MUY INTERSANTE311 | Abril 2007 | |||
DALE GUTHRIE | | | |
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Fuente: http://www.muyinteresante.es/entrevistas/dale-guthrie-2-2.html
“El arte rupestre recoge las típicas obsesiones adolescentes: sexo y riesgo ”
Investigador de los museos del pasado Dale Guthrie ha estudiado numerosas cuevas no sólo de Europa, donde se conserva la mayoría del arte rupestre, sino también de Australia, América y África. Detrás, pinturas del pueblo San, en las montañas Drakensberg, Sudáfrica.
La prueba manual Guthrie apoya sus teorías en el estudio de huellas prehistóricas de extremidades superiores, como estas de la Cueva de las Manos, en Argentina.
Para asombro de las generaciones actuales, se han preservado cientos de obras de arte paleo lítico en numerosas cuevas del mundo, con notables ejemplos en España y Francia, pero su alcance y significado no aparecen del todo claros para nosotros. Dale Guthrie, paleobiólogo de la Universidad de Fairbanks, Alaska, y autor del libro The Nature of Paleolithic Art, además de escultor y pintor, explica por qué tene mos una imagen sesgada de los humanos de hace 40.000 a 10.000 años, y quiénes fueron realmente los autores de aquellas pinturas.
–¿Cree que no conocemos bien bien el alcance del arte rupestre?
–Se trata de una de las maravillas del mundo y de uno de los grandes legados de nuestros antepasa dos, con presencia abundante en cuevas, pero también al aire libre, y no sólo en Eurasia –donde está la mayoría–, sino también en África y Australia. El signifi cado de las pinturas es uno de los temas más polémicos de la prehis toria; los expertos aún no tienen una explica ción satisfactoria sobre la increíble unidad del conjunto conserva do. Las técnicas varían, pero su homoge neidad estilística y temática es clara, pese a que abarca 30.000 años y un millón de personas de mil ge neraciones, millones de kilómetros cuadrados y cientos de culturas e idiomas. ¿Se debió a la existen cia de una religión dominante o un rito común? ¿Era un arte con un sentido trascendente o mágico, o describía la coti dianeidad? Ahí está la polémica.
–Usted dice que el grueso del arte rupestre no fue obra de chamanes ni grandes artistas, sino que son graffitis dibujados por niños.
–Exacto. Mi teoría, a diferencia de lo que afirma la literatura popular, es que las pinturas paleolíticas no tie nen nada que ver con rituales ni con magia, sino que expresan temas más casuales y mundanos. Las más espectaculares, como las de los magníficos bisontes de Alta mira o Lascaux, que son las que suelen aparecer en los libros caros de arte rupestre, fueron obra de artis tas adultos profesionales, pero son muy pocas en compa ración con los cientos de pinturas rudimentarias que parecen hechas por adolescentes de forma apresurada y que no salen en los libros. Si las mira con calma, verá que sus trazos son similares a los de los boce tos de los escolares, lo que permite deducir que la mayoría del arte paleolítico fue hecho por chavales, cuyos garabatos, al contrario de lo que ocurre hoy, no fueron a parar al cubo de la basura. Hoy, para llegar a dibujar bien hay que ensuciar miles de folios. En aquel tiempo, los aprendices tenían que manchar las paredes con los materiales dispo nibles: trozos de carbón, ocre, manga neso y piedras afila das para tallar sobre los muros de caliza blanda, además de huesos y cuernos de animales. Siempre me ha parecido extraño que los niños y sus juguetes no figuren en los registros arqueológicos, cuando componían el grupo humano más grande.
–Las huellas de manos prehistóricas que se conservan pueden dar una pista. Como el tamaño y forma de las manos cambia en función de los años y el sexo, creé una base de datos con las huellas manua les digitalizadas de 700 perso nas actuales de origen europeo y dieta rica en proteínas –como las del Paleolítico–, y a cada mano le asigné su género y edad. Luego registré 200 huellas manuales que habían quedado impresas en las pare des de 20 cuevas del Pleistoceno. Tras cotejarlas con mi base de datos, comprobé que las había masculinas y femeninas de todas las edades, pero la mayoría correspondían a varones de entre 9 y 17 años. ¿Fueron los dueños de esas manos los auto res de las pinturas? Puede ser una casua lidad, pero el pigmento de ocre de los dibujos contiguos es exactamente del mismo tono que el de las manos. A eso hay que añadir el dato de que casi todas las huellas de los pies halladas sobre el suelo de las cuevas corresponden a niños y jóvenes.
–¿Eso explicaría los temas recurrentes de la pintura rupestre: riesgo y sexo?
–¿Cuáles serían las preocupaciones de un quinceañero que en pocos años debería enfrentarse a un gran león o clavar su lanza en el costa do de un bisonte furioso? Todos los adolescentes en la historia de la evolución han sentido la atracción del peligro al vislumbrar una vida emocionante por delante: gloria, orgullo, miedo, fiestas, conquistas femeninas... En aquellos tiempos, el gran entretenimiento sería fanta sear con chicas y cacerías imposibles. También en el Paleolítico había mariposas, bebés, flores, pequeños mamíferos, bata llas, escudos... pero nada de eso aparece en las pinturas. Si estas representan lo que pasa ba por la mente de sus autores, está claro, reflejan las obsesiones juveniles: riesgo y sexo. Las imáge nes masculinas fueron trazadas con líneas rudimentarias, mientras que las mujeres se presentan siempre con énfa sis erótico: desnudas, voluminosas, con pechos y curvas exagera das y los órganos sexuales bien destacados.
Las mujeres aparecen representadas con gran énfasis erótico: tienen curvas, pechos grandes y genitales marcados” |
–¿Y del arte creado por las mujeres, no ha quedado nada?
–Dada la variedad de medios que tenían a su disposición –tejidos, pieles de anima les, tatuajes, bailes, joyas, ropa, peinados, canciones–, el arte femenino debió ser maravilloso. Por desgracia los mate riales se han desintegrado. De ello podemos deducir que el arte que nos ha llegado ofrece una visión incompleta y sesgada de la vida paleolítica.
–¿Entonces no deberíamos pensar en aquellos humanos como hombres de las cavernas?
–No, no eran “cavernícolas”. Hay muy poca evidencia de que viviesen en las cuevas. Pintaban en ellas, pero también lo hacían al aire libre. De hecho, las temían, pues eran guaridas de depre dadores, así que entrar en ellas era un gesto de valor o una forma de hacerse el valiente propia de los adolescentes de todos los tiempos y lugares. Muchas imágenes representan escenas de caza: animales atravesa dos por flechas sangrando por la boca y la nariz, o de cazadores con sus lanzas en situaciones peligrosas. Pero junto a ellas, hay muchas otras de pura observación del comportamiento animal: bisontes y otras especies comiendo, cortejando, copulando, peleando, mudando de piel. Son documentales paleolíticos de su cotidianeidad y de vida salvaje.
–¿O sea, que contemplar a los animales era uno de sus pasatiempos favoritos?
–No había estrellas de cine, ni futbolistas, ni músicos, así que el entretenimiento lo proporcio naban o bien los hombres sometién dose a desafíos físicos gigantescos o bien los animales salvajes que los rodeaban. Algunos eran aterradores, pero los cazadores apreciaban su belleza, y el acto cinegético no se limitaba a atravesarles el corazón con un palo. Había que escoger la vestimenta apropiada y cumplir una serie de rituales después de matarlo en los que participaba todo el mundo.
–¿Qué opinan sus críticos y sus colegas en general de sus teorías?
–Predomina la corriente del arte rupestre como un acto simbólico ejecutado por chamanes con un sentido espiritual. Yo estoy casi solo en el otro bando. Me critican porque he propuesto otra forma de interpre tarlo, pero como no hay pruebas, es una cuestión de elección. Muchos investigadores han pasado años de su vida y de su carre ra académica intentando explicar el arte rupestre desde el enfoque simbólico y obviamente se sienten incó modos de que alguien desmonte toda su contrucción desde la base. Tengo que añadir que mi teoría de que el arte paleolítico es un reflejo de la vida cotidiana no le quita un ápice de su belleza.
Gran trofeo El paleobiólogo posa con una cornamenta de bisonte del Pleistoceno hallado en el suelo helado de Alaska central.
–Dos cosas: primero, muchas de las marcas que parecen intencio nadas, fueron hechas, en mi opinión, por garras de osos y otros animales que vivían en las cuevas. Por otro lado, la mayoría de las obras no tienen marcas, están intactas. Es cierto que en algunas cuevas abiertas al público, por ejemplo en España, hay pintadas, tanto modernas como antiguas, sobre otras pinturas anteriores. Es decir, en el Pleistoceno la gente también hacía pintadas, pero no creo que lo hiciera un chamán en protesta contra otro, o para deshacer el poder mági co de una pintura. No son graffitis negativos. Creo que las pintadas son actos culturales; hay algunas antisociales, pero no las del arte paleolítico.
–También le critican por ilustrar su libro sobre el arte rupestre con los dibujos hechos por usted, en vez de poner fotografías de las pinturas para que la gente saque sus propias conclusiones.
–Las 3.000 imágenes del libro son cruciales para mi estudio porque permiten mostrar su integri dad unificadora y las dibujé yo mismo basándome en fotografías y en mi propia observación directa de las cuevas. Sé que mis dibujos carecen de la belleza que tienen sus modelos reales, pero en mi libro lo que pretendo es alejar la atención del enfoque artístico para centrarlo en aspectos de la historia natural.
–¿Por qué cree que el arte rupestre ofrece tanta unidad a lo largo de 30.000 años?
–¿Es difícil datar las pinturas?
–Sí. Usamos Carbono 14, pero muchas pinturas están hechas con carbón y las antorchas dejan restos carbónicos, por lo que hay muchas fechas de radiocarbono acumuladas. Por otro lado, en cada cueva hay muchas edades superpuestas y ocupaciones humanas distintas con miles de años de diferencia.
–¿Cuál es su cueva favorita?
–Depende del punto de vista del que lo analicemos, pero sin duda una de mis preferidas es la de Perle-Merle, en el Valle del Lot, al sur de Francia. Es una cueva popular, abierta al público, una Disneylandia del arte paleolítico. Parece de diseño, no muy grande, con pinturas muy coloristas y rocas de gran belleza.
–¿Qué hace cuando no está inspeccionando una cueva?
–Me dedico a desenterrar y estudiar fósiles de animales paleolíticos, como los mamuts. También tengo muchas historias que contar sobre la evolución humana, pero quiero hacerlo en documentales de televi sión porque la gente ya no lee libros gordos. Ese es mi próximo proyecto.
–¿Cómo le gusta imaginar a los pueblos paleolíticos?
–Veo grupos de niños y adolescentes entrando en las cuevas detrás de algún adulto o solos, llenando la oscuridad con sus risas, jugando con antor chas, bromeando y finalmente poniéndose a dibujar y a llenarse las manos de ocre y saliva para dejarlas impresas en las paredes, como diciendo, “aquí estuvimos”.
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Ángela Posada-Swafford
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