dimarts, 27 de maig del 2008

Historia de Mesopotamia


Autor: E. Jimeno

El pueblos sumerio. procedente de Asia central, llegó a Mesopotamia en fecha desconocida. Lo único seguro es que se fusionó con los primitivos habitantes de la zona hasta formar un único pueblo, y que en la transición del IV al III milenio creó la gran cultura de la historia. Surgieron las ciudades, se inventó la escritura, se introdujeron ritos religiosos y se organizaron las comunicaciones. Los hallazgos arqueológicos atestiguan la existencia de cierto número de ciudades-estado, de poca extensión y con una arquitectura religiosa monumental: Ur, Uruk, Lagash. Kish, Umma y Mari. Sus reyes eran príncipes sacerdotes que actuaban como señores absolutos de sus ciudades fortificadas, cuyo punto principal lo constituían las monumentales edificaciones del templo en zigurat (torre escalonada).

Hacia el 2330 a. C.. el rey semita Sargón I, que procedía del norte, acabó con la supremacía sumeria y fundó la capital Acad, que acabaría dando nombre a toda la parte norte de Mesopotamia. Sargón I de Acad poseía un ejército bien organizado con el que realizó campañas militares hasta la costa mediterránea y llegó a dominar un extenso territorio desde el Golfo Pérsico hasta Asia Menor.

Dos siglos después (2160 a. C.) irrumpieron los guti, pueblo guerrero procedente de los montes Zagros y acabó con el imperio de Acad.




La última etapa de esplendor de los sumerios comenzó tras la expulsión de los guti en el 2070 a. C. en la que destacaron figuras como la de Gudea de Lagash. Los sumerios llegaron a extender su poder hasta los antiguos límites del antiguo imperio acadio.Su esplendor terminó hacia el 2000 a. C. con la llegada de pueblos como los elamitas desde el este o los nómadas amorritas procedentes de Siria.


Gudea

DIMENSIONES: 45 cm de altura

PROCEDENCIA: Templo de Eninuu de Girsu

MATERIAL: diorita

LOCALIZACIÓN : Museo de El Louvre

Los monarcas del periodo neosumerio heredaron de los acadios una concepción similar de la idea de realeza, pero su ideología se realizó desde la administración y no desde la fuerza de las armas.

El Ensi aparece como el buen administrador frente a la imagen del "rey héroe" más propia del periodo acadio o como sucede con Gilgamesh, legendario rey sumerio.

Derrotados los acadios por los guteos y gobernaron el territorio durante unos setenta años.

Los reyezuelos sumerios reaccionaron y los expulsaron, aunque antes del gobierno hegemónico de Ur. Lagash vivió un periodo de prosperidad bajo el reinado de Gudea y su hijo Ur-Ningirsu. FUENTE: sapiens.ya.com/antiqvae2/gudea.htm



Durante los primeros siglos del segundo milenio a. C., empezaron a gestarse los futuros imperios babilonio y asirio. Hacia el 1700 a. C., Hammurabi (1728-1686 a. de C) de Babilonia logró erigir un gran imperio unificado que se extendía desde el Golfo Pérsico hasta la actual Turquía y desde los montes Zagros hasta el Khabur en Siria. La administración, comercio y jurisprudencia babilónicas se impusieron en todas partes, el babilonio desbancó al antiguo acadio y al sumerio como idioma oficial, y el dios de su ciudad, Marduk, fue elevado a dios del imperio, por encima de la multitud de deidades sumerias y acadias. Sin embargo, el gran imperio babilónico cayó ante los hititas, una gran potencia de Asia Menor, el año 1531 a. C.

A la retirada hitita siguió la llegada de los casitas, procedentes de las montañas iraníes,, que mantendrán su poderío sobre la zona hasta el 1170 a. C.

Mientras tanto, los asirios, pueblo del N. de Mesopotamia, no cesarán de extender sus dominios hasta constituir el primer gran imperio militar del Próximo Oriente que acabó por imponerse en el conjunto de las tierras mesopotámicas durante la primera mitad del I milenio a. C. El régimen asirio se caracterizó por las deportaciones de pueblos enteros y por su extrema crueldad. A finales del s. VI a. C., las guerras y disputas internas lo debilitaron seriamente sucumbiendo ante medos y babilonios.

El imperio neobabílonico sucedió al asirio, destacando su monarca Nabucondonosor II (605-562). Pero el nuevo esplendor de Babilonia apenas duró cien años y el año 539 a. C. los persas, procedentes de Irán, al mandó de Ciro II el Grande (559-529) se impusieron en la zona, constituyendo un vasto imperio que, más tarde, que llegó a extenderse desde el Indo hasta los mares Negro y Caspio hasta Asia Menor y Egipto. El ocaso del Imperio persa se produjo tras su enfrentamiento con las polis griegas y sucumbió bajo el empuje del conquistador Alejandro Magno.