Al conocer la masacre ocurrida contra los
hugonotes en París, Felipe II «empezó a reírse, dando muestras de placer
y satisfacción» y aseguró que tuvo aquel día uno de los mayores
«contentamientos de mi vida»
Catalina de Médici aparece en el centro, vestida de negro. en este cuadro de la matanza pintado por Édouard Debat-Ponsan
La madrugada del 23 de agosto de 1572, una señal dada por las campanadas de maitines desde la iglesia de San Germán-Auxerrois, próxima al Louvre, dio comienzo a la llamada Matanza de San Bartolomé en Francia. Como Felipe II de España llevaba años aconsejando, Carlos IX
ordenó eliminar a los cabecillas protestantes reunidos en París durante
esos días a modo de ataque preventivo. Cuando el embajador francés
acudió al Alcázar de Madrid a dar las novedades, Felipe
«empezó a reírse, dando muestras de placer y satisfacción» y aseguró
que tuvo aquel día uno de los mayores «contentamientos de mi vida».
La
brutal y sorpresiva persecución de protestantes se cobró entre 7.000 y
12.000 muertos, con la boda teñida de sangre entre uno de los líderes
calvinistas y la hermana del Rey de Francia como rojo telón de fondo.
Retrato de Catalina de Médici- WikimediaMientras
España disfrutaba de un tiempo de paz en lo que a guerras internas se
refería, Francia se desangró todo el siglo XVI en una guerra civil
interminable entre católicos y calvinistas. Carlos I y Felipe II no dejaron en ningún momento que crecieran en la península las corrientes protestantes, siendo aquella una demostración de la uniformidad de su dominio hispánico;
en contraste con los monarcas franceses, demasiado debilitados para
impedir una guerra civil que privó a Francia del puesto de potencia
hegemónica que parecía tener su nombre a principios de la Edad Moderna.
Felipe II de España, en cualquier caso, sufrió sus
particulares guerras de religión en los dominios hispánicos de los
Países Bajos, donde el apoyo de los protestantes alemanes, ingleses y
franceses mantenía abierto el conflicto a pesar de los muchos recursos y tropas enviados desde España.
De ahí el interés de los españoles en que Francia pusiera fin al poder
de los hugonotes (los protestantes franceses), que se aprovecharon de la
debilidad de la Monarquía gala para aumentar su influencia.
El Rey de Francia, Carlos IX,
era católico y se cuidaba por mantener la paz con su cuñado Felipe II,
pero se mostró incapaz de cortar la creciente influencia hugonote, mas
cuando era su madre, Catalina de Médici, quien realmente reinaba en las sombras debido a la debilidad física y mental del soberano.
España carga contra la debilidad de Carlos IX
En julio de 1566, la Corona enmendó el edicto de Amboise para prohibir el culto protestante en Francia, a lo que los hugonotes reaccionaron intentando secuestrar al Rey en Meaux.
A la vista de su fracaso, los protestantes se lanzaron a poner sitio a
París. Carlos IX y su madre se vieron obligados a pedir auxilio al Gran Duque de Alba, gobernador de los Países Bajos,
que llegó a enviar 2.000 arcabuceros y 1.400 soldados de caballería, si
bien el cerco se rompió sin necesidad de que intervinieran los
españoles.
III Duque de Alba de Tormes- WikimediaNo obstante, las tropas católicas vencieron finalmente a los hugonotes en la batalla de Saint-Germain (1567)
y forzaron su retirada a la región que se extiende entre Sens y Troyes,
allí se unieron con refuerzos alemanes dejando de nuevo el tablero de
juego en punto muerto. En poco tiempo, Catalina de Médici se convirtió
en la máxima defensora de alcanzar un acuerdo de paz y poner fin a la
tercera de las Guerras de religión en Francia.
En 1570 se firmó la conocida como la Paz de Saint-Germain por la que la Corona aceptó la readmisión de los protestantes en la administración pública, así como la libertad de culto en privado. Felipe II, casado con una de las hijas de Catalina, veía incomprensible el cambio de postura de su suegra. En diciembre de 1568, Alba escribió al Monarca español en gruesos términos sobre lo que estaba ocurriendo en Francia:
«Vuestra
Majestad no puede imaginar el mal gobierno que Carlos y Catalina
conducen, creyendo engañar al mundo entero; no he visto ni un hombre ni
un caballo que crea capaz de hacer nada de mérito; negocian puramente
como niños».
Para más humillación, la paz habría de
certificarse con el enlace matrimonial entre la Princesa Margarita de
Valois –otra de las hermanas del Rey– y el noble calvinista Enrique de Borbón (el futuro Enrique IV de Francia). Esta boda fue prevista para el 18 de agosto de 1572, sin que fuera aceptada ni por el Papa Pío V, ni por su sucesor Gregorio XIII. Tampoco por el pueblo parisino. Si bien se calcula que había cerca de dos millones de protestantes en Francia,
la capital del reino era un lugar hostil a este grupo religioso y
recibió con desprecio la llegada de un gran número de nobles
protestantes para asistir al enlace. Los gastos y la exhibición de lujos
terminaron de incendiar el ánimo del pueblo.
Enrique III de Navarra y Margarita de ValoisY
no era menor la hostilidad entre los nobles. Las sucesivas guerras y
masacres había convertido a muchos en enemigos irreconciliables, siendo
ahora que tenían que compartir los asientos de la Corte. Como muestra de
la tensión, la católica Casa de Guisa se negó a ceder su lugar en las ceremonias a los Montmorency,
redomados protestantes, y la tensión empezó a materializarse en ruido
de conspiración. Así y todo, la ceremonia se llevó a cabo en la fecha
fijada con la bendición realizada por el cardenal de Borbón, tío de Enrique, delante del atrio de la Catedral Notre Dame de París.
La incapacidad para ponerse de acuerdo limitó la ceremonia a una mera
bendición, evitando la celebración de la misa de esponsales
La
violencia hizo acto de presencia cuando todavía resonaba la bendición.
En el contexto de los festejos por la boda, el 22 de agosto de 1572 se
perpetró un atentado con arcabuz contra Gaspar de Coligny, almirante hugonote, a consecuencia del cual perdió un dedo y resultó herido en el brazo izquierdo.
Un partido protestante fuerte en Francia significaba más aliados para los rebeldes de Flandes
¿Quién
estuvo detrás de un atentado que ponía en riesgo una paz tan precaria?
La Casa de Guisa atrajo todas las miradas sospechosas, porque además
creían que Coligny había estado detrás de la muerte de Francisco de Guisa,
asesinado diez años antes. Asimismo, el disparo contra el almirante se
hizo desde la casa de un miembro de la familia. El otro de los grandes
sospechosos era el propio Rey de España, aliado de Guisa, que buscaba
así evitar una paz que iba a perjudicar sus intereses en los Países
Bajos: un partido protestante fuerte en Francia significaba más aliados
para los rebeldes en Flandes.
Una boda roja a la francesa
Las
miradas también se dirigieron a Catalina. Difícilmente podía no estar
enterada de los preparativos de un atentado de esa magnitud, si es que
no lo orquestó ella misma; y por supuesto, no movió un dedo para hallar a
los auténticos culpables cuando los calvinistas se lo reclamaron. Según
la tradición, Coligny habría adquirido demasiada
influencia sobre el joven Carlos IX y la Reina madre quiso poner fin de
golpe a esta amenaza. Si en algún momento Catalina se había elevado como
garante de la paz, su papel en el atentado y en la Noche de San Bartolomé dejó claro que la suya era una postura más cercana, en verdad, a la de Felipe II.
Carlos
IX ordenó ejecutar «a los que pretenden levantarse contra el estado», a
excepción de los príncipes Enrique de Navarra y el príncipe de Condé
Mientras
la Reina madre cenaba en vísperas del día 23, los protestantes
irrumpieron para pedir justicia y recordando a Catalina que a las
afueras de París un ejército 4.000 hombres hugonotes
clamaba por encontrar a los asesinos. Catalina entendió al momento (si
es que todo no formaba parte de un plan organizada por ella para llegar a
esa situación) que debía adelantarse al inminente ataque hugonote.
Tras
cerrar todos los accesos a la ciudad y proporcionar armas a los
burgueses, la Reina madre se dirigió a la habitación de su hijo y le
describió con grandes palabras un complot de los hugonotes para
asesinarle aquel mismo día y apoderarse de la Corona. Histérico por la noticia, Carlos IX ordenó ejecutar «a los que pretenden levantarse contra el Estado», a excepción de los príncipes Enrique de Navarra y el príncipe de Condé.
A los pocos minutos, la campana de la iglesia de Saint Germaint
Auxerrois, que durante siglos había avisado a los ciudadanos de París
para que tomaran las armas, tocó a rebato y Catalina transformó en
masacre lo que todavía era parte de los festejos por el enlace
matrimonial entre su hija y un calvinista.
Representación de la matanza de San Bartolomé según François DuboisEn una escena que haría las delicias del televisivo personaje de «Juego de Tronos» Walder Frey,
los soldados católicos recorrieron el palacio, sacando a los nobles
hugonotes y a sus mujeres de las camas y matándolos allí mismo. Se dice,
no en vano, que un hombre escapó y entró gritando en la habitación de
la recién casada princesa Margarita, sujetándola ante su cuerpo para que
le sirviera de escudo. El hombre no salió con vida de aquel lance.
Una guarnición de soldados se dirigió también a la casa del almirante Coligny a terminar el trabajo. El almirante Coligny
fue sacado por la fuerza de su lecho y arrojado a la calle por una
ventana de palacio. La matanza se extendió a las calles parisinas y se
alargó varios días, a pesar de los intentos reales por frenar la locura
homicida del pueblo.
Además, el Rey firmó la orden de que se aplicaran medidas similares en el resto del país.
En los días siguientes tuvieron lugar matanzas en los lugares en los
que los hugonotes estaban en minoría. El número total de muertos se
estima en total en 2.000 en París y de 5.000 a 10.000 en toda Francia.
San Isidoro de Sevilla eleva a España a la
categoría de Primera Nación de Occidente en su libro «Historia
Gothorum»: «De cuantas tierras se extienden desde el Occidente hasta la
India, tú eres la más hermosa, oh sagrada y feliz España, madre de
príncipes y de pueblos»
«La
nación hispana o la Hispania Universa, no supo unirse contra Roma.
Defendida por los Pirineos y el mar habría sido inaccesible. Su pueblo
fue siempre valioso pero mal jerarquizado», Lucio Anneo Floro, historiador latino. Hispania, que procede probablemente de la palabra fenicia «I-span-ya» («Tierra de metales»), fue la denominación que los romanos pusieron a la región romana que ocupaba la totalidad de la Península Ibérica.
Como es habitual con los nombres elegidos por los romanos, la
delimitación no respondía a la realidad tribal y se trataba de una
decisión meramente geográfica. Hoy en día, aquella provincia romana está
ocupada por tres entidades políticas distintas, Portugal, España y el Principado de Andorra, cuyas formas actuales costaron siglos de luchas y alianzas.
El sueño de una Hispania cristiana
Si
bien la Monarquía visigoda buscó la creación de un único reino en toda
la Península Ibérica, los visigodos tuvieron que compartir
originariamente el territorio con los suevos, instalados en el noroeste
(«Galliciense Regnum»), y los bizantinos, que
controlaban zonas del sur. Por esta razón, tras unificar la mayor parte
del territorio de la España peninsular a fines del s. VI, el rey
Leovigildo solo pudo proclamarse monarca de «Gallaecia, Hispania y Narbonensis». Pero no desistieron los visigodos en su empeño de crear
conciencia de una única monarquía cristiana, como bien recogen las obras
históricas del arzobispo San Isidoro de Sevilla. Este clérigo hijo de padre hispanorromano y de madre goda eleva a España a la categoría de Primera Nación de Occidente en su libro «Historia Gothorum»:
«De cuantas tierras se extienden desde el Occidente hasta la India, tú
eres la más hermosa, oh sagrada y feliz España, madre de príncipes y de
pueblos». El texto de San Isidoro de Sevilla se convirtió en lectura
obligatoria para todos los príncipes cristianos que habitaron la
península durante la Edad Media. Era el viejo sueño aparcado.
«Conversión al cristianismo de Recaredo» de Muñoz Degrain (1888).Esa
idea de una única entidad «hispana» pervivió en la mitología e
imaginario de los escasos núcleos donde la invasión árabe no consiguió
penetrar. Pocos años después de la batalla de Guadalete, en el 711, nada quedaba del Reino Visigodo,
salvo pequeños reductos liderados por nobles norteños. A partir de este
punto, la denominación de España se entendía, según el bando, como los
reinos cristianos o como la zona musulmana. Por ejemplo, en tiempos del rey Mauregato de Asturias
fue compuesto el himno «O Dei Verbum» en el que se califica al apóstol
Santiago, patrón de la España cristiana, como «dorada cabeza refulgente
de “Ispaniae”».
Unión de reinos con los Reyes Católicos
Los reinos medievales eran estructuras débiles y poco unificadas. No fue hasta el comienzo de la Edad Moderna,
con la reducción del poder de la nobleza y el clero, cuando surgieron
los embriones de los estados modernos por toda Europa. El intento
español corrió a cargo de los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla,
que unificaron las dos coronas más poderosas de la península en 1469 y
cuyos descendientes heredaron una algarabía de reinos ibéricos, también
Navarra y Granada, que se conocían, entre otras denominaciones, como
«las Españas». El Descubrimiento de América y la
Conquista de Granada, ambos hechos acontecidos en 1492, están
considerados simbólicamente como el origen de la España moderna.
Sin
embargo, en opinión de muchos historiadores la unión dinástica no es un
hecho suficiente para hablar de una única entidad política porque ni
siquiera existía una integración jurídica. Los Reyes Católicos
unificaron la política exterior, la hacienda real y el ejército, pero lo hicieron respetando los fueros y privilegios de cada uno de sus reinos.
Cristóbal Colón tomando posesión de las Indias Occidentales«A mediados del siglo XV, en la Península Ibérica no quedaban más que cuatro reinos cristianos: Portugal, Castilla, Aragón y Navarra.
Los cuatro se consideraban originales, distintos, pero hermanos: todos
eran españoles. A pesar de las diferencias políticas, existía una
solidaridad indudable, compartían la idea de reconstituir la unidad
política perdida. Los enlaces matrimoniales estaban destinados a
recuperar la unidad peninsular y la boda de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, en 1469, puso los cimientos de ese proceso», argumenta en sus estudios el hispanista Joseph Pérez, quien no duda, sin embargo, en otorgar una configuración, identidad y conciencia de España a partir de la unión dinástica.
De
una forma u otra, la palabra España perdió su significado meramente
geográfico con la unión dinástica. Aunque todavía no se puede hablar de
solo un reino, la dinastía de los Habsburgo utilizó entonces la designación de Rey de España para hacer referencia a sus posesiones en la Península Ibérica. Así, Felipe II es denominado desde su nacimiento Príncipe de España.
Los castellanos suponían el 80% de la población y ocupaba tres cuartas partes del territorio peninsular
A raíz de esta unión dinástica y de estas nuevas titulaciones comenzaron a surgir voces críticas contra la preeminencia de Castilla
sobre el resto de reinos que formaban España. Los historiadores
catalanes han acusado tradicionalmente a Castilla de apropiarse de la identidad española.
Las razones son evidentes. Los castellanos suponían el 80% de la
población y ocupaba tres cuartas partes del territorio peninsular en el
momento de la unión dinástica. No es de extrañar, por tanto, que el
timón de esta nueva entidad tuviera protagonismo castellano, así como
que los escritores castellanos de la época no hicieran distinción entre
castellanos y españoles.
El historiador Henry Kamen, en su libro «España y Cataluña: Historia de una pasión», recuerda que no se trata de un fenómeno aislado puesto que «en otros países de Europa
los regentes políticos del centro territorial, económico o político han
tendido siempre a identificarse como el verdadero estado y despreciar a
las zonas periféricas».
De monarquías-Estado a Estado-nación
Con la llegada de la dinastía de los Borbones, Felipe V se puso al frente por primera vez del «Reino de España».
Hasta entonces no había existido ese término. Pero una cosa es la
fundación del reino, y otra la de un estado-nación español tal y como lo
entendemos hoy en día. Aquel fue un proceso mucho más lento, que exigió
dos siglos de un intenso intercambio cultural y comercial entre las
regiones españolas.
Felipe V de España por Hyacinthe RigaudLa mayoría de historiadores apuntan a la Guerra de Independencia, en concreto a la Constitución de Cádiz
de 1812, como el nacimiento de la idea de España como nación. En plena
invasión napoleónica, la promulgación de una constitución de corte
liberal dejó recogido en su artículo 1 a la «Nación española» como «la
reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». El resto del
convulso siglo XIX dio forma –con la pérdida de las colonias, las Guerras Carlistas y las sucesivas crisis políticas– al concepto de nación española que tenemos en la actualidad.
Este proceso fue similar en el resto de Europa, donde la caída del Antiguo Régimen
sustituyó a los Estado-imperio, ciudades-Estado y monarquías-Estado por
los Estado-nación. El cambio de paradigma queda retratado en cómo las
sucesivas ediciones del Diccionario de la lengua española
modifican radicalmente el concepto de «nación». En 1780, era «la
colección de habitantes de alguna provincia, país o reino»; mientras que
un siglo después, en 1881, era «el estado o cuerpo político que
reconoce a un centro común supremo de gobierno».
Este
proceso de crear una identidad nacional tuvo un enorme éxito en sus
orígenes en la mayoría de territorios españoles, sobre todo en los más
industrializados, véase Cataluña y el País Vasco,
pero sufrió varias anomalías en su fase intermedia. El enclenque
desarrollo de la red ferroviaria, de la escuela (un gran factor de
cohesión) y la mala salud del ejército a finales del siglo XIX
terminaron manifestando el descontento de algunos sectores dirigentes
frente a ese estado nación español. En Cataluña, los
industriales textiles perdieron mucho volumen de negocio con la caída de
las últimas colonias y decidieron hacer una apuesta hacia otros
proyectos de nación. Ese es el origen delos nacionalismos excluyentes periféricos, que no del independentismo, siempre marginal acaso hasta fechas recientes.
Cambios a finales de la Edad Media y tránsito a la modernidad
A NIVEL ECONÓMICO
Expansión
de la actividad comercial y de la vida urbana, una tendencia que con el
tiempo llevara a la consolidación del sistema capitalista.
Mejoras técnicas
Expansión del comercio
Mejora de las comunicaciones
A NIVEL SOCIAL
Emergencia de la burguesía
Aparece
una nueva sensibilidad: los nuevos ideales de la vida burguesa
(pragmatismo, goce terrenal de la vida, proximidad) empiezan a sustituir
los ideales caballerescos
A NIVEL RELIGIOSO
Crisis espiritual e institucional
Durante
la Baja Edad Media, la cristiandad viven convulsiones como las guerras
entre reyes y nobles o entre reyes, o como la Peste Negra, que se
solapan a una prolongada crisis de la institución eclesiástica, cuya
estructura, organización y funcionamiento se ha visto resentida por la
sustitución progresiva del sistema feudal por un mundo vertebrado en
torno a las ciudades y el comercio con un poder político cada mas
centralizado en las naciones estado emergentes
La
crisis paulatina del modelo feudal (vertical y jerárquico en un mundo
estable, sin cambios inspirada por valores aristocratizantes) a
consecuencia del protagonismo de fenómenos como la expansión de
comercio, el renacimiento de la vida urbana, el auge de la burguesía y
el fortalecimiento del pode político
Los conflictos con un poder político cada vez más fuerte y centralizado.
Una teología desconectada de la vida cotidiana y de los cambios que se estaban experimentando:
Visión negativa de la condición humana
Condena del préstamo a interés considerado usura
Peste Negra
Exacerbación de la consciencia del pecado. Procesiones de flagelantes
Incertidumbre vital ante un mundo que en cambio
Mayor conciencia individual.Devotio moderna: fomento de la meditación y de la religiosidad personal frente a la piedad popular multitudinaria y superficial
A NIVEL CULTURAL Y CIENTÍFICO. Véase el siguiente documento (importante)
Llegan
a Italia sabios que huyen de Constantinopla, tomada por los turcos en
el año 1453 y que divulgaron a los autores clásicos y romanos que ya
habían empezado a ser conocidos en Occidente gracias a las traducciones
del árabe que se divulgaron desde Toledo y que reflejaban una visión más
terrenal y próxima de los asuntos humanos.
Humanismo
que exalta las cualidades del hombre frente a la visión pesimista de la
condición humana anterior (hombre pecador). la visión antropocéntrica
sustituye al teocéntrica. Giovanni Pico della Mirandola (Discurso sobre la dignidad del hombre):Cuando Dios terminó la creación del mundo, empieza a contemplar la posibilidad de crear al hombre, cuya función será meditar, admirar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hacerlo. Por lo tanto se dirige al primer ejemplar de su criatura, y le dice: "No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán. Por tal motivo, tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias limitaciones de acuerdo con tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores. No te he hecho mortal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cielo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos."
Renacimiento. Inspiración en los modelos clásicos de belleza y armonía. Los artistas abandona el anonimato.
Los cambios que se están viviendo favorecen la trasformación de las instituciones políticas en las siguientes direcciones:
Sustitución
paulatina de una visión de la actividad política de inspiración
religiosa por otra terrenal guiada por el realismo y la eficiencia y
centrada en consolidar el estado (el conjunto de instituciones políticas
que hacen posible la vida en común) que garanticen el orden y la
justicia frente a los intereses particulares en liza. Maquiavelo y El
príncipe. Castiglione y El Cortesano
Reconocimiento
del protagonismo político de la burguesía, una tendencia que llevará a
la idea de contrato social primero y que después cristalizara en las
revoluciones liberales y que se iniciará en Holanda (revolución
holandesa: república, tolerancia) y en Inglaterra (consolidación del
poder del parlamento) y más tarde en América (Independencia de la Trece
colonias) y Francia (Revolución Francesa): derechos del hombre, división
de poderes, elecciones, parlamentarismo.
Fortalecimiento
del poder centralizador del rey frente: primero monarquías autoritarias
y el nacimiento de los estados nacionales; y, después, absolutismo.
Utopismo y revolución. Totalitarismos.
A NIVEL DE VIDA ÍNTIMA a partir de Phillipe
Ariès
En la Edad Media la comunidad constituye un medio
familiar en el que todo el mundo se conoce y se espía.
Era el único espacio habitado y regulado según ciertos
derechos.
A la llegada del siglo XIX, la sociedad se torna
anónima en la que las personas ya no se conocen. Esto sucede a través de dos
maneras:
• mediante el derecho de elegir con mayor libertad la
condición o el tipo de vida
• refugiándose en la familia, centro del espacio
privado.
Para visualizarlo hemos de recurrir a la historia
íntima, a la vida privada. El modelo de la vida pública es un modelo
evolucionista, donde las innovaciones y supervivencias son indistinguibles.
El modelo de la vida privada considera las realidades
con más detenimiento y las divide en periodos.
Entre los acontecimientos que modifican la idea que
las personas tienen de ellas mismas y de su papel en la vida diaria de la sociedad
hay que destacar los siguientes.-
1. El surgimiento de un Estado más
intervencionista
El individuo debía construir una imagen de apariencia
y utilizaba el gasto, la ostentación y la insolencia como herramientas para
mantener su honor/prestigio. Por ello, el Estado prohibió los duelos y
prescribió el lujo de vestido para evitar la usurpación de puestos. Intervenía
en las relaciones internas.
El Estado con sociedad articulada en tres niveles:
-La sociedad cortesana: mezcla de acción política,
festividad, compromiso personal y jerarquía.
-Clases populares: mezcla de trabajo y fiesta, mundo
de la calle, plaza, alameda. En la plebe hay más obstáculos para el desarrollo
del mundo privado.
-Se desarrollan grupos intermedios, pequeñas sociétés.
2. Alfabetización y lectura: gracias a la imprenta. La persona se hace una idea por sí mismo del mundo,
obtiene conocimientos empíricos y realiza reflexiones.
3. Nuevas formas de religión: a partir de los siglos XVI y XVII. La oración adopta nuevas formas de meditación
solitarias.
Indicios de privatización.-
1. Literatura de civilidad: contenía reglas de buena crianza y código de cortesía. Se trataba más de extender
un espacio reservado del cuerpo. Los abrazos y besos en la mano se sustituyen
por ademanes discretos y furtivos. Nacía un nuevo pudor donde se disimulaban
actos de excreción.
2. Literatura autógrafa: es el diario íntimo, cartas, confesiones que relacionan la lectura,
escritura y conocimiento de uno mismo. No están destinados a ser públicos, son
hechos por el gusto de hacerlo.
3. Gusto por la soledad: se da por la necesidad del hombre de aislamiento. Ya no es tedioso.
4. La amistad: ya no es únicamente fraternidad de armas o camaradería, es un sentimiento
más civil, un trato afable, una fidelidad apacible.
5. Nueva forma de concebir la vida
diaria: el arte y la arquitectura nacen como una
exteriorización de uno mismo y de los valores que se cultivan en sí. Nacen a
causa del gusto, el arte del interior donde se decoran los muebles, camas y
tapices, también el arte de la mesa y los vinos.
6. La historia de la casa: nuevas dimensiones de las habitaciones y multiplicación de espacios pequeños;
la creación de espacios de comunicación que permiten entrar o salir; la
especialización de las habitaciones que sirven hacia una funcionalización como
lo es la búsqueda de espacio para la intimidad y por último, la distribución de
la calefacción y de la luz (por ej.: la chimenea).
El individuo, el grupo, la familia.-
1. La conquista de la intimidad
individual:
los siglos XVI y XVII se caracterizan por
individualización de costumbres en la vida diaria. La búsqueda de intimidad
está ligada al amor, así como también la discusión de confidencias políticas.
Surge un individualismo de costumbres que declinó a finales del siglo XVIII
donde nace la vida familiar, un ambiente que absorbe las preocupaciones del individuo.
2. Formación de grupos de
convivencia social: durante los siglos XVI y XVII se forman pequeñas sociedades
consagradas a la conversación, es decir, una reunión
entre personas particulares con quienes uno se comunica para evitar el
aburrimiento de la soledad y el trastorno de la multitud. Estos grupos
declinaron cuando se pretendió institucionalizarlos dado a que perdieron la informalidad
y espontaneidad.
3.La familia cambia de sentido: se convierte en un refugio donde uno escapa a las miradas del exterior, un
lugar de afectividad en donde se establecen relaciones de sentimiento entre la
pareja ylos hijos. El padre se convierte en figura moral que inspira respeto.
Aún así la sociabilidad anónima no se elimina.
La doble definición de lo público.-
La sociabilidad anónima se sustituye por una
restringida que se confunde con la familia o el propio individuo.
El problema radica en saber cómo se pasa de un tipo de
sociabilidad en la que lo privado y lo público se mezclan, a una en la que
ambas se separan, incluso la absorbe o reduce su extensión.
En la Edad Media no se tiene nada
privado dado a que se depende de las sociedades colectivas
para la protección y el sustento, sin embargo, desde la aparición del Estado Cortesano queda disponible un espacio-tiempo
para actividades particulares.
A fines del siglo XVI y la primera mitad del
XVII la transición no fue sencilla, el Estado no pudo hacerse cargo de todas
las funciones así que surgen las redes de clientela (nobleza local) que se hicieron cargo de las funciones tanto públicas (militares) como las
privadas(servicios).
Las personas ejercían el poder en
nombre del rey con sus propios fondos, hasta que el rey les permita
recobrar el dinero y más en retorno. Existe una doble relación público/privado
en la que el Estado todavía se administra como un bien familiar.
Sin embargo, para la segunda mitad del siglo XVII, la remuneración
pública se separa del gasto privado y las clientelas empiezan a regirse por las
leyes del Estado.
Al principio del siglo XVIII lo
público está netamente desprivatizado.A partir de aquí el espacio privado está casi
cerrado y separado por completo del servicio público que se ha hecho
autónomo y es reemplazado por la familia.
Las conclusiones principales:
La contraposición del hombre de Estado con el particular, el contraste entre las relaciones políticas y el espacio doméstico.
El paso de una sociabilidad anónima (donde lo público y privado son lo mismo) hacia una fragmentada en la que aparecen sectores bien
diferenciados (sector social, profesional, doméstico)
Este blog ha cambiado de sitio
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Hola a todos: como ya informé en una última entrada, el blog se ha mudado a
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