dijous, 16 d’agost del 2012

Crisis financieras desde 1637 hasta 1966

 Fuente: http://www.euribor.com.es/foro/economia-bolsa-y-actualidad/21091-13-mayores-default-de-ultimos-13-anos-2.html#post125329
1637 - Tulipomania- "Mercado de futuros"
En febrero de 1637 después de años de especulación sobre el precio de los tulipanes en la Holanda , los precios de repente colapsan provocando la ruina de muchos especuladores. Este episodio en el mercado del tulipán es considerado por algunos historiadores como el primer ejemplo de la burbuja económica y financiera en la historia.
1720 - Barney de 1720 - acciones
En 1720, con unos meses de diferencia, dos crisis financieras se producen en Francia e Inglaterra sobre los valores de las empresas que explotan los recursos del Nuevo Mundo , la Compañía de los Mares del Sur y la Compañía del Mississippi de John Law . Estos ataques se conocen como la Burbuja del Mar del Sur y la burbuja del Mississippi . La revolución financiera británica se ve afectada.
1792 - El pánico de 1792 - La base monetaria
El Pánico de 1792 (Marzo y Abril ) como consecuencia de la Créacion en 1791 del Primer Banco de los Estados Unidos , primer Banco Central américaino. Su causa es una política de lanzamiento masivo de préstamos reducidos a bajo inetrés que causan un verdadero furor y una histeria colectiva seguida de una brusca subida de los tipos de interés que produce una incacidad de ser devueltos y la quiebra en cadena
1797 - Crisi monetaria de 1797- Monetaria
El 26 de febrero de 1797, el Banco de Inglaterra , a falta de reservas, decide suspender los pagos en efectivo por la llegada de masivas solicitudes de conversión . Los rumores de invasión han llevado a una multitud de personas, agricultores y pequeños comerciantes a realizar sus activos de los bancos en las provincias. La quiebra de varios de ellos fortalecer el movimiento y el resultado es que se considera el primer corralito bancario en el mundo .
1810- La crisis de 1810 - Bancaria
En 1810, mientras que Inglaterra está sujeta al bloqueo de Napoleón , el sistema de créditos se derrumba, causando numerosas quiebras. Las causas son mlutiples más allá del propio bloqueo. Por un lado, la libra, separada del oro para no subir los impuestos a pesar de la situación de guerra se vio debilitada por el abuso del crédito y la inflación. Por otro lado Inglaterra se enfrentan a dificultades en la recogida de sus "ventas" en América del Sur . Por último, la política de licencias y el contrabando había dado lugar a una reducción de las reservas bancarias. La caída y marasmo que siguió dio origen al "ludismo" .
1819- La crisis de 1819- Bancaria
La crisis de 1819 es la primera gran crisis financiera en los Estados Unidos . Esto marca el final de la expansión que siguió a la guerra de 1812 , cuya financiación había secado las reservas bancarias y dio lugar a una suspensión de pagos en efectivo en 1814. Esto dio lugar a una inflación de emisiones monetarias privadas que fueron invertidas en inversiones especulativas de tierra antes que el Banco Central ( Second Bank of the United States ), pusiese en marcha una política sevra y restrictiva que provocaría una ola de quiebras y una profunda recesión agrícolas e Industrial
1825- Crisis bursátil - Acciones
En 1825, después de una intensa especulación sobre las "inversiones" en América Latina (banca, los seguros, los barcos , construcción de canales ...), el curso de sos valores se hunde y colapsa a la Bolsa de Londres . Muchos bancos van a la quiebra y, en el solo año de 1826, aproximadamente 3.300 empresas quiebran. Esta crisis, que afectó principalmente al Reino Unido , es el primer gran crash de la bolsa de valores de la historia
1836- Crash de 1836 y pánico de 1837- Acciones y Banca
En 1836, Gran Bretaña experimentanda una nuevo crash bursátil tras la decisión del presidente de EE.UU. Andrew Jackson de subordinar la venta de tierras del Estado a un pago en metales preciosos . Esta decisión da un abrupto golpe y fin a la especulación del suelo en los Estados Unidos. Los bancos estadounidenses habiendo prestado en Londres , la crisis financiera golpea duramente al Reino Unido y afectará a Alemania . Poco después, 10 de mayo de 1837, la burbuja estalló en los EE.UU. , cuando los bancos de Estados Unidos suspendieron sus pagos en efectivo.
1847- Crash de 1847 - Acciones
En Inglaterra y Francia, la locura por las acciones de las empresas ferroviarias y la subestimación de los costes de la inversión han hecho subir las acciones a precios excesivos. El colapso de los precios de las acciones en 1847, a raíz de las llamadas a poner nuevos fondose terminaron con la confianza, y provoca una crisis de crédito que lleva a la quiebra de muchos bancos y la suspensión de la actividad de muchas empresas. Poco después, la revolución política en Francia produce un pánico bursátil provocando una nueva ola de quiebras.
1857- La crisi de 1857- Acciones y Banca
En agosto de 1857, el banco Ohio Life and Insurance Company , enfrentado a una fuerte demanda de crédito, suspende pagos. Fue rápidamente seguido por bancos en Nueva York , Maryland y Pennsylvania , así como por otros grandes bancos en Baltimore , Filadelfia y Boston . La tasa de descuento se eleva abruptamente y, en el mes de septiembre, las acciones de ferrocarril han visto una fuerte caída en la Bolsa de Nueva York . La crisis de los EE.UU. se propaga inmediatamente a Inglaterra como una crisis monetaria que se complica rápidamente a una crisis del crédito interno. Aunque menos violenta, también llegó a Francia, donde la Bolsa de París cayó con fuerza. Esto es seguido por una recesión económica en todos los países unidos por lazos comunes monetarios, financieros y económicos.
1866- Crisis de 1866- Acciones bancos
Toma de riesgos considerable (incluyendo ferrocarril) tras la introducción de la responsabilidad limitada en 1862 para las empresas (incluidos los bancos). Está precedida por una caída del mercado de valores que se ha extendido por Europa a principios de año. La quiebra de la casa de descuento Overend y Gurney el 10 de mayo 1866, debido a la falta de pago de la empresa Mid-Wales ferrocarril provocó una crisis el Viernes, 11 de mayo ( Viernes Negro ), y un pánico bancario que conduce a la crisis de liquidez , con una serie de quiebras.
1873- Crasch de 1873 - Acciones, Inmobiliaria y Banca
La crisis bancaria de mayo de 1873 , iniciado por un crash el 9 de Mayo en Viena , nació de una frenética especulación inmobiliaria desenfrenada que gira cuando el Exposición Universal de 1873 se revela decepcionantes. Berlin , impulsado por la ley sobre la moneda prusiana del 4 de diciembre 1871 y la de París , impulsado por la especulación de barón Haussmann , son las más afectados por el contragolpe. Las quiebras bancarias están aumentando, igual que la desconfianza entre ellas. En Estados Unidos , las dificultades de Jay Cooke & Co. desencadenan el pánico el 18 de septiembre 1873 . Sigue el "gran estancamiento"d e la economía mundial entre 1873 y 1896 .
1882- Crash de la Union General
Consecuencia del crash del 1873. El 19 de enero el precio de los títulos del banco se derrumba causando la quiebra y una caída de la bolsa y la banca importante limitada principalmente a Francia. Creado hace cuatro años, la Unión General basósu rápido crecimiento en un rápido desarrollo de las inversiones de riesgo, como la minería, seguros y compañías inmobiliarias, especialmente en Rusia , en Austria-Hungría y los Balcanes , y dela especulación en el mercado
1893- Pánico de 1893- Acciones , Banca
Crash financieros que se produjo en EE.UU. , cuando los inversores trataron de convertir sus reservas de oro federal.
1907- Pánico del 1907- Bancos y acciones
El pánico bancacrio de EE.UU. de 1907, también conocido como el Pánico de Banqueros, se produce cuando el mercado de valores se derrumba, perdiendo casi el 50% del valor máximo alcanzado el año pasado. A parte de Nueva York, cundió el pánico en todo el país, muchos bancos y empresas se enfrentaron a la quiebra
1923- La hiperinflacción de la República de Weimar- Tipos de interes el trauma aleman
En Alemania , la hiperinflación alcanzó su punto máximo en noviembre de 1923. Su causa inmediata es la exigencia de las reparaciones de guerra francesas ("el boche de pago "). El ejército francés ocupó el Ruhr como garantía, paralizando el país en su primera región industrial . A los pocos meses, las materias primas se compran en miles de millones y se necesita una carretilla para el transporte de billetes. La crisis monetaria sembró una inquietud interior (comunistas en Sajonia y Turingia, Putsch de Hitler en Munich). Estadounidenses y los británicos que tenian importantes intereses en Alemania, convencieron a Francia para reducir sus pretensiones y para evacuar a la cuenca del Ruhr.
1929. Crasch del 29- Acciones
El desplome de la Bolsa de Nueva York entre el 24 de octubre y el 29 de octubre provoca una crisis bancaria que precipitó la Estados Unidos en la Gran Depresión . Los acontecimientos de aquellos días provocaron la peor crisis económica mundial del siglo XX.
1966- Crisis de crédito -Bancos
Después de varios años de fuerte crecimiento económico, los bancos estadounidenses están por debajo de las reservas en un contexto donde la Reserva Federal llevó una política restrictiva para contener la inflación . La crisis se traducirá en una caída de los precios de las acciones menor liquidez y mayores tasas de interés causando una fuerte desaceleración en la actividad económica. Se considera la primera crisis moderna, episodios similares de contracción del crédito se repite en 1969 y 1974. No he llegado ni a los años 70 y ya estoy cansado, pero si se observa atentamente el lector verá que no es que sea cíclico sino más bien es quinquenal. Y tambien observará que los ingredientes siempre son los mismos. ¿ De verdad esta va a ser la última?. Rotundamente no

dijous, 2 d’agost del 2012

Los orígenes de la fractura europea

La fractura europea, de Enrique Gil Calvo en El País, 2-8-2012 

La crisis aumenta la brecha entre las regiones del norte y del sur de la UE

En la reciente cumbre del 28 de junio, la coalición formada por Monti, Hollande y Rajoy logró torcer el brazo de la canciller Merkel, forzándola a abdicar de su intransigente ajuste fiscal, que condenaba a la ruina a los países más endeudados (los GIPSies:Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia), para pasar a aceptar un principio de federalismo asimétrico, que concede ciertos rescates monetarios a cambio de mantener a ultranza la austeridad fiscal. ¿Quiere esto decir que la nave Europa ha corregido su actual deriva hacia el desastre financiero? Ojalá fuera así, pero eso sería esperar demasiado.

Es verdad que Merkel se ha visto obligada a ceder, por aritmética exigencia de la ley de Riker de coaliciones políticas. Pero su concesión ha sido mínima, pues el federalismo financiero que ahora propone no llega al punto de aceptar la mutualización de las deudas. Con lo que el trato que se aplica a los gipsies es cualquier cosa menos ventajoso, pues se nos expropia la soberanía fiscal —que debemos transferir y delegar a Fráncfort—, pero sin perdonarnos a cambio nuestras deudas, que deberemos seguir pagando con desmedida usura hasta el último dracma, libra, escudo, peseta y lira.

De modo que se mantiene intacta la actual fractura europea entre países deudores y acreedores. Una fractura fundada en la factura fiscal que los países de mayor renta pretenden girarles a los países de menor capitalización. En este punto el inflexible rigor fiscal que imponen los países germánicos con Alemania en cabeza recuerda demasiado a la actitud de la Lega Nord en Italia o a la de CiU en Cataluña, cuando se resisten a mutualizar su impuesto sobre la renta con el de los países meridionales pendientes de modernizar. Y esta fractura entre el Norte enriquecido y el Sur depauperado no ha hecho más que profundizarse, conforme prosigue su marcha esta crisis de nunca acabar que está extremando todas las desigualdades. Pero si bien la crisis está agravando la fractura europea (así como la italiana y española), no podemos pensar por ello que la esté creando, pues no es así. En realidad, la fractura territorial entre las diversas regiones de Europa es muy anterior a la crisis actual, pues ya tiene siglos de historia. Lo que pasa es que hasta ahora creíamos que el proceso de construcción europea contribuiría a reducir la fractura limando sus asperezas hasta terminar por allanarla. Pero ahora tememos que no sea así. Al revés, todo parece indicar que como consecuencia de la crisis la fractura se abre cada vez más.

¿Cuáles son sus causas remotas? A este respecto se han aducido muchos factores entre los que destacan dos: el económico, en función del distinto calendario de industrialización y modernización; y el geopolítico, a partir del resultado desigual de las recurrentes guerras europeas (lo que explica que los cuatro pigs mediterráneos fueran dictaduras tardías solo recientemente democratizadas). En cualquier caso, estos factores materiales están vinculados a otros factores culturales que, al decir de los expertos en investigación comparada (como Inglehart), son los que explican la fractura europea en última instancia. Aquí es donde interviene la religión, quizás el factor cultural más citado (yo mismo he abusado de él en estas mismas páginas) a la hora de interpretar las actuales disensiones entre las clases dirigentes europeas.
El argumento deriva de la influyente tesis weberiana que atribuye el espíritu del capitalismo a la ética protestante, especialmente a la puritana (calvinismo, pietismo alemán, metodismo anglosajón). A partir de ahí, las actuales élites protestantes tienden a culpar a los católicos del Sur de ser improductivos, derrochadores y tolerantes con la corrupción, tener propensión a endeudarse y vivir “por encima de sus posibilidades”. Inversamente, la prensa católica tiende a culpar a las élites protestantes de rigorismo implacable, que se niega a perdonar las deudas como si fueran pecados y condena sin piedad a los más débiles a la ruina y la desesperación. Por eso no debería sorprendernos que en la reciente cumbre del 28 de junio las coaliciones en pugna se alineasen por estricta profesión de fe: la tríada católica de Monti, Rajoy y Hollande contra la campeona luterana del bando protestante. Pera esta explicación religiosa podría parecer demasiado moderna, si tenemos en cuenta que la fractura europea ya preexistía con anterioridad a la Reforma.

Y entonces la pregunta (capciosa) sería: ¿por qué se hicieron los alemanes luteranos, los holandeses calvinistas y los ingleses puritanos, mientras que italianos, españoles y franceses persistieron como católicos? Es la cuestión que se planteó Emmanuel Todd: un demógrafo histórico francés (aunque formado en la Escuela de Cambridge con Peter Laslett), y actual mentor de Arnaud de Montebourg (el enfant terrible del socialismo galo), que se propuso investigar las raíces familiares de la fractura territorial europea. Y en su obra maestra La invención de Europa, formula una hipótesis fascinante: la de que todas las revoluciones europeas (la de la imprenta, la religiosa, la industrial, la burguesa, etcétera), están inspiradas por la forma familiar típica de cada territorio en que tuvo lugar. De modo que el genius loci, o espíritu del lugar, se debe al derecho civil, es decir, a las reglas de sucesión y reparto de la herencia que estructuran las relaciones entre padres, hijos y hermanos.

Así surgen cuatro formas de familia: la troncal (típica de Alemania, Escandinavia, Francia suroriental, la Corona de Aragón y el País Vasconavarro), caracterizada por el autoritarismo paterno y la desigualdad entre hermanos por atribución de la herencia al primogénito, lo que habría de generar la revolución de la imprenta, el luteranismo y el paternalismo de la prusiana revolución desde arriba.

La familia nuclear absoluta (típica de Holanda e Inglaterra), donde los hijos se emancipan de sus padres con gran desigualdad entre ellos al repartir la herencia familiar, lo que generó la invención calvinista del individualismo y el capitalismo.

La nuclear igualitaria (típica del centro de Francia, de España y de Italia), donde los hijos se emancipan de sus padres pero mantienen una fraternal igualdad entre ellos, dando lugar a los ideales revolucionarios de “libertad, igualdad y fraternidad”.

Y la familia comunitaria extensa (típica del sur de Italia y España), donde los hijos igualitarios permanecen dependiendo de por vida del patriarca familiar, dando lugar a las mafiosas redes clientelares del familismo amoral.

Y Emmanuel Todd sugiere que esta arcaica antropología familiar, sedimentada en el derecho civil privativo de cada lugar, determina las culturas públicas de cada territorio europeo, cuya fragmentación abre una fractura entre el universalismo fraterno, típico de los países latinos y católicos (que reivindican la fraternidad fiscal de la caja común), versus el diferencialismo asimétrico de germanos, anglosajones, lombardos, catalanes y vasconavarros, a quienes horroriza el igualitario café para todos (y sus derivadas federales de mutualización de impuestos y deudas) porque prefieren mantener intactos sus identidades culturales y sus hechos diferenciales (forales o confederales), negándose a compartir sus haciendas solidariamente con los demás. Una pugna entre igualitarismo y diferencialismo que parece impedir hasta el momento tanto la salida de la crisis como el cierre de la fractura europea.

Enrique Gil Calvo es catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

La tesis de la “excepción permanente” de Carl Schmitt



Carl Schmitt, filósofo alemán y de formación católica que dio apoyo a las tesis del nazismo, fue el gran inspirador de la teoría del “Estado de excepción permanente “. Schmitt, aunque no lo hayan admitido expresamente, dio un estatuto histórico al “estado de naturaleza”, de Hobbes.  Para Schmitt, la soberanía del Estado no consiste  en el monopolio de la coacción o de la dominación –fundamentado y organizado  artificialmente por el constituyente-  sino en la capacidad de decidir por arriba del artificio de las instituciones creadas por la política. En su época,  la política liberal-democrática, según él, degradada durante la República de Wheimar.

La soberanía es identificada por Schmitt directamente con la fuerza indiscriminada, es decir, la soberanía reside en la fuerza actuar para  suspender la propia validez de las leyes, lo que hace del ordenamiento una pendencia de la propia  voluntad del soberano que, para Schmitt, está presente en el Poder Ejecutivo: a través del Presidente, del dictador,  del líder, el sistema de derecho  instaurado (el ordenamiento), está  siempre “a disposición”  de quien  decide. La excepción, por lo tanto, la capacidad de declarar la excepción, es la regla que define la propia soberanía: el uso de la excepción es su verdadero contenido y la garantía o la suspensión del Derecho, tanto en la normalidad política y en la estabilidad social, como  en la crisis y la inestabilidad.

En  famoso y brillante texto El Führer protege el derecho”- sobre el discurso de Adolf Hitler en el Reichstag del 13 de julio de 1934-Carl Schmitt, citando  al propio Hitler, formula una aclaración lapidaria de su teoría de la normalidad y de la excepción y, al mismo tiempo, muestra cómo promueve la excepción a condición de regla y fundamento del Estado: “El Führer protege el derecho del peor abuso, cuando  él en el instante de peligro crea el derecho sin mediaciones, por la fuerza de su liderazgo (Fhurertum) y en cuanto Juez Supremo: (y aquí Schmitt cita a Hitler)-“En esta hora soy responsable  por el destino de la nación alemana y con eso  juez supremo del pueblo alemán. El verdadero líder (Führer) siempre es también juez. Del liderazgo (Fuhrertum) emana la judicatura (Richtertum). Quien quiera separar ambas o incluso oponerlas o transforma al juez en el contra-líder (Gegenfuhrer) o en un del contra-líder  y procura paralizar (aus den Angeln mathen) el Estado con la ayuda del Poder Judicial. He aquí un método muchas veces experimentado, que ha destruido no sólo del Estado sino también el Derecho”.

Más adelante, Schmitt afirma dos fundamentos importantes de la definición de la excepción, como base de la soberanía del Estado, al criticar a los juristas democráticos de Wheimar.

 Primer argumento: “Del mismo modo, el Derecho Constitucional se ha convertido, en esa corriente de pensamiento, la Carta Magna de los que cometen alta traición y traición  a la patria. Con esto el poder judicial se transforma en un engranaje de imputaciones (Zurechnungsbetrib),  sobre cuyo funcionamiento  previsible y por él  calculable y criminoso tiene un derecho subjetivo adquirido”. (En este argumento, Schmitt fundamenta que la excepción debe estar disponible a la voluntad del líder, porque las garantías constitucionales del Estado de Derecho Liberal Democrático, permite que los que delinquen contra el Estado - los revolucionarios o los socialdemócratas, que apoyaban las conquistas de Wheimar- tendrían la protección del Poder Judicial, como  guardián de la Constitución, porque sólo él podría definir la “excepción”,  según aquel ordenamiento “artificial” del Estado de Derecho).

Segundo argumento: "Todo el derecho tiene su origen en el derecho del pueblo  a la vida. Toda la ley del Estado, toda sentencia judicial contiene no solo tanto derecho como le fluye de esa fuente (el líder o el Führer). El resto no es derecho, sino ´un tejido de normas coercitivas, desde la cual un criminal hábil se burla´”.  (En este argumento, él identifica sin mediaciones el Líder con el Pueblo,  después de mostrar que esta vigilancia de los intereses del pueblo – que es una “comunidad concreta” como teorizaba Schmitt – está en la soberanía del Estado, que a su turno es realizada por el Líder  (“fuente superior” del Derecho).

Schmitt deja claro, en esta parte de su discurso teórico – sin ninguna sofisticación, dígase de pasada - por qué el “Führer protege el derecho” y, principalmente,  de quien él protege: de aquél pueblo  concreto en movimiento contra el Estado y contra su Líder. 

Así, el “estado de excepción permanente” es la regla del dictador unipersonal,  como un ejecutivo que comanda el Estado y como el Juez que decidirá sobre la suspensión de las leyes y  del Derecho – del ordenamiento.

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5172


La teoría y la política económicas tienen que aprender de la historia, de Alejandro Nadal en SinPermiso (29/07/12)


Nadie mejor que Keynes para describir las carencias de las visiones que el establishment en Europa tenía sobre la crisis en 1930. En su artículo “The Great Slump of 1930” (1) hace una crítica al análisis económico que imperaba ese año: “Estamos inmersos en un pantano, nos hemos equivocado por completo en el manejo de una máquina delicada cuyo funcionamiento no comprendemos”. Si Keynes regresara y pudiera observar el desarrollo de la tragedia europea de nuestros días, sólo cambiaría su texto original para enfatizar que la élite política europea nada aprendió de la historia, o aprendió las lecciones equivocadas.

El credo neoliberal se presenta ante el mundo como si sus dogmas fueran verdades absolutas. Lo cierto es que esas ideas son artefactos de guerra, máquinas de dominación para engañar y someter. Compete al análisis crítico desmontar estas piezas que sólo sirven para mantener el embuste y la opresión. Parte del trabajo de crítica debe basarse en el análisis histórico y por eso es importante revisitar los acontecimientos en Europa entre 1919 y 1933.

La historia comienza con la tenaz adhesión al patrón oro al concluir la Primera guerra mundial. Un arreglo que permitía la compra y venta del metal a un precio fijo, es decir, el patrón oro, parecía ser la forma de garantizar la estabilidad económica y los intercambios sin sobresaltos. Este esquema supuestamente promovía las virtudes del ahorro y la inversión, además de obstaculizar la manipulación monetaria por parte de gobiernos irresponsables. En su Breve tratado sobre la reforma monetaria Keynes (2) ya había comenzado la crítica del patrón oro y hasta le calificó de ser una “bárbara reliquia”. Pero la mentalidad que atribuía al patrón oro todo tipo de virtudes estaba lejos de darse por enterada de esas críticas. Por eso los responsables de los bancos centrales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia e incluso Alemania coincidieron en que después de la guerra era urgente buscar el restablecimiento de dicho sistema. Pero del dicho al hecho hay un largo trecho. Después de la dislocación de la vida económica que había traído la conflagración, el retorno al patrón oro no era fácil. Una estrategia para restablecerlo pasaba por la deflación, otra por la devaluación. Inglaterra, Italia y Alemania siguieron el camino de la deflación. Aunque el proceso en Inglaterra fue algo más ordenado, en Italia y Alemania condujo directamente al ascenso del fascismo.

En su análisis sobre la Gran Depresión y el patrón oro, Eichengreen y Temin (3) citan al historiador Forsyth y relatan cómo en el caso de Italia la deflación condujo a fuertes niveles de desempleo, lo que fue aprovechado por Mussolini en una estrategia que culminó con su marcha sobre Roma. Así, mientras comenzaban a fluir los capitales y las inversiones hacia Italia, el fascismo italiano recogía los frutos del descontento provocado por las medidas para lograr ese resultado.

El caso de Alemania merece atención especial porque las lecciones de la historia que parece recordar el pueblo alemán son las equivocadas. Una referencia pertinente es el libro de Peter Temin, historiador de la economía y del cambio técnico. En su libro Lecciones de la Gran Depresión (4) Temin examina la evolución de los gobiernos de la alemana República de Weimar entre 1919-1933, y sus esfuerzos por enderezar una economía devastada por la guerra y los altos costos de las reparaciones impuestas por los aliados en el Tratado de Versalles. Tal y como lo había anunciado Keynes, las reparaciones impuestas sobre Alemania resultaron ser impagables. En 1921 Francia y Bélgica enviaron setenta mil tropas para ocupar el valle del Ruhr en represalia por la falta de pago, y los efectos fueron desastrosos. En reacción el gobierno alemán hizo un llamado a una huelga general. La resistencia fue sofocada con lujo de violencia por parte de las tropas francesas.

La economía se colapsó. La producción se redujo drásticamente y el desempleo se disparó (a más de 23%). La recaudación se desplomó y el gobierno recurrió a financiar su déficit a través de la monetización. Estaban dadas todas las condiciones para el episodio de híper-inflación que dejó una profunda cicatriz en las percepciones del pueblo alemán. Primera lección equivocada: se llegó a considerar que la hiperinflación confirmaba que el restablecimiento pleno del patrón oro se necesitaba urgentemente.

Para 1923 era evidente que la economía alemana estaba a punto de explotar. Estados Unidos e Inglaterra presionaron para aliviar la situación. En 1924 el famoso comité Dawes presentó sus recomendaciones para retirar las tropas francesas del Ruhr, recalendarizar el pago de reparaciones y reestructurar el banco central. El objetivo era dar un respiro a la economía alemana para que pudiera recuperar un ritmo de crecimiento aceptable. La prosperidad (algo artificial) de los años veinte le brindaba a Estados Unidos suficiente margen de maniobra para intervenir en la reconstrucción de la economía alemana: Washington comprometió una cantidad importante de recursos para invertir en la economía alemana.

Todo esto implicaba que cualquier descalabro en Estados Unidos significaría el colapso de la economía de la república de Weimar. Por otra parte, las recomendaciones del comité Dawes eran de corto plazo y la carga de las reparaciones siguió siendo un gravamen muy pesado. En 1929, poco antes del colapso en Wall Street, se estableció otro mecanismo para aligerar el peso de las reparaciones. El resultado fue el llamado plan Young, anunciado en 1930. Pero para entonces ya era demasiado tarde, pues era claro que Estados Unidos tendría que interrumpir el suministro de préstamos e inversiones que necesitaba la maltrecha economía de Weimar. Alemania nunca podría pagar las reparaciones.

Las autoridades en Berlín se manejaban dentro del marco de referencia de las finanzas ortodoxas y del sistema de pagos internacionales que imponía el patrón oro. Y tuvieron que responder a las restricciones que este entorno internacional imponía con una fuerte depresión interna. Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank y su sucesor, Hans Luther, aplicaron políticas restrictivas y mantuvieron la tasa de descuento muy por arriba de las tasas de Londres y Nueva York con el fin de reducir la pérdida de oro. Las autoridades fiscales fueron aún más agresivas en su afán deflacionario: desde principios de 1930 el canciller Heinrich Brüning mantuvo recortes fiscales brutales y una política deflacionaria (reducciones salariales y de la ayuda por desempleo) para restablecer un ‘equilibrio’ en el contexto del patrón oro.

En vista de que Alemania tenía que pagar sus cuentas externas con poder de compra equivalente en términos del patrón oro, el ajuste tenía que pasar por la deflación en el plano interno hasta alcanzar ese objetivo. Brüning consideraba que era indispensable sacrificar todo con el fin de mantener el flujo de créditos e inversiones desde Estados Unidos. Ese flujo llegaba a su fin por la crisis, pero Brüning se mantuvo aferrado a la política de austeridad creyendo que esas inversiones regresarían. Su política deflacionaria acabó por hacer añicos a la República de Weimar. Entre 1929 y 1932 el partido nacional socialista pasó de 12 a 107 diputados.

Los pilares de la política macroeconómica que hoy aplican los poderes establecidos frente a la crisis en Europa tienen sus equivalentes en ese trágico período entre las dos guerras mundiales. Los amarres que ahora impone la unión monetaria al estilo neoliberal se parecen en mucho a las restricciones que infligió antes el patrón oro. La exigencia de una disciplina fiscal en plena espiral descendiente tiene su equivalente directo en la política deflacionaria impuesta en Alemania para restablecer dicho patrón oro.

La exigencia de que los países del Mediterráneo europeo paguen la deuda que resulta de la expansión crediticia generada en y por el sistema bancario, tiene su equivalente en el apremio para el pago de reparaciones de guerra. Las ominosas frases de la señora Lagarde o de la canciller Merkel se parecen a aquélla sentencia de Clemenceau en 1919: “Exprimiremos al limón alemán hasta hacerlo rechinar”. Sólo que el limón a exprimir parece estar ahora en la cuenca del Mediterráneo.

La política restrictiva que hoy se impone sobre los países sometidos a “rescate” es la misma que se aplicó en Alemania al estallar la crisis de 1929, lo que llevó al desempleo masivo que alimentó todos los resentimientos frente al Tratado de Versalles y su odiado régimen de reparaciones.

La política de austeridad impuesta sobre Grecia, España, Italia, Portugal e Irlanda responde al mismo reflejo de una política de deflación y sacrificio de una generación que dio el tiro de gracia a la república de Weimar y sentó las bases para el ascenso del nazismo. Hasta las insinuaciones de lección de moral que se esconden detrás de las declaraciones de Merkel y Lagarde resultan similares a la “cláusula de culpa” que tenía el artículo 231 del Tratado de Versalles. Por medio de esa cláusula humillante Alemania aceptaba la responsabilidad de haber provocado todos los daños y de haber causado la guerra. El artículo 231 fue uno de los blancos favoritos del revanchismo alemán. Las frases de moralina del dúo Lagarde-Merkel ya son combustible para el resentimiento anti-germano en Grecia.

En síntesis, los acontecimientos y la retórica en los años 1919-1933 en Europa tienen paralelismos de pesadilla con los eventos que rodean el hundimiento de la Europa del euro hoy. El delirio de la política neoliberal en tempos de crisis llevará necesariamente a la destrucción de la economía europea. El paisaje político tendrá que modificarse. La tarea política de la izquierda es la de construir los caminos alternativos a esta pesadilla neoliberal.

Notas:
(1)    Disponible en www.gutemberg.ca/ebooks/keynes-slump)
(2)    A Tract on Monetary Reform, Collected Writings, Vol. IV. Londres: Palgrave Macmillan.
(3)    Eichengreen, B. y P. Temin, “The Gold Standard and the Great Depression”, NBER Working Paper Series”, no. 6060 (disponible en www.nber.org)
(4)    Temin, Peter. Lessons from the Great Depression, (MIT Press, 1989)
Alejandro Nadal es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso
www.sinpermiso.info, 29 de julio de 2012