Carl
Schmitt, filósofo alemán y de formación católica que dio apoyo a las tesis del
nazismo, fue el gran inspirador de la teoría del “Estado de excepción
permanente “. Schmitt, aunque no lo hayan admitido expresamente, dio un
estatuto histórico al “estado de naturaleza”, de Hobbes. Para Schmitt, la soberanía del Estado no
consiste en el monopolio de la coacción
o de la dominación –fundamentado y organizado
artificialmente por el constituyente-
sino en la capacidad de decidir por arriba del artificio de las
instituciones creadas por la política. En su época, la política liberal-democrática, según él,
degradada durante la República de Wheimar.
La
soberanía es identificada por Schmitt directamente con la fuerza
indiscriminada, es decir, la soberanía reside en la fuerza actuar para suspender la propia validez de las leyes, lo
que hace del ordenamiento una pendencia de la propia voluntad del soberano que, para Schmitt, está
presente en el Poder Ejecutivo: a través del Presidente, del dictador, del líder, el sistema de derecho instaurado (el ordenamiento), está siempre “a disposición” de quien
decide. La excepción, por lo tanto, la capacidad de declarar la
excepción, es la regla que define la propia soberanía: el uso de la excepción
es su verdadero contenido y la garantía o la suspensión del Derecho, tanto en
la normalidad política y en la estabilidad social, como en la crisis y la inestabilidad.
En famoso y brillante texto “El Führer protege el derecho”- sobre el
discurso de Adolf Hitler en el Reichstag del 13 de julio de 1934-Carl Schmitt,
citando al propio Hitler, formula una
aclaración lapidaria de su teoría de la normalidad y de la excepción y, al
mismo tiempo, muestra cómo promueve la excepción a condición de regla y
fundamento del Estado: “El Führer protege el derecho del peor abuso, cuando él en el instante de peligro crea el derecho
sin mediaciones, por la fuerza de su liderazgo (Fhurertum) y en cuanto Juez
Supremo: (y aquí Schmitt cita a Hitler)-“En
esta hora soy responsable por el destino
de la nación alemana y con eso juez
supremo del pueblo alemán. El verdadero líder (Führer) siempre es también juez.
Del liderazgo (Fuhrertum) emana la judicatura (Richtertum). Quien quiera
separar ambas o incluso oponerlas o transforma al juez en el contra-líder
(Gegenfuhrer) o en un del contra-líder y
procura paralizar (aus den Angeln mathen) el Estado con la ayuda del Poder
Judicial. He aquí un método muchas veces experimentado, que ha destruido no
sólo del Estado sino también el Derecho”.
Más
adelante, Schmitt afirma dos fundamentos importantes de la definición de la
excepción, como base de la soberanía del Estado, al criticar a los juristas
democráticos de Wheimar.
Primer argumento: “Del mismo modo, el Derecho
Constitucional se ha convertido, en esa corriente de pensamiento, la Carta
Magna de los que cometen alta traición y traición a la patria. Con esto el poder judicial se
transforma en un engranaje de imputaciones (Zurechnungsbetrib), sobre cuyo funcionamiento previsible y por él calculable y criminoso tiene un derecho
subjetivo adquirido”. (En este argumento, Schmitt fundamenta que la excepción
debe estar disponible a la voluntad del líder, porque las garantías
constitucionales del Estado de Derecho Liberal Democrático, permite que los que
delinquen contra el Estado - los revolucionarios o los socialdemócratas, que
apoyaban las conquistas de Wheimar- tendrían la protección del Poder Judicial,
como guardián de la Constitución, porque
sólo él podría definir la “excepción”,
según aquel ordenamiento “artificial” del Estado de Derecho).
Segundo
argumento: "Todo el derecho tiene su origen en el derecho del pueblo a la vida. Toda la ley del Estado, toda
sentencia judicial contiene no solo tanto derecho como le fluye de esa fuente
(el líder o el Führer). El resto no es derecho, sino ´un tejido de normas
coercitivas, desde la cual un criminal hábil se burla´”. (En este argumento, él identifica sin
mediaciones el Líder con el Pueblo,
después de mostrar que esta vigilancia de los intereses del pueblo – que
es una “comunidad concreta” como teorizaba Schmitt – está en la soberanía del
Estado, que a su turno es realizada por el Líder (“fuente superior” del Derecho).
Schmitt
deja claro, en esta parte de su discurso teórico – sin ninguna sofisticación,
dígase de pasada - por qué el “Führer protege el derecho” y,
principalmente, de quien él protege: de
aquél pueblo concreto en movimiento
contra el Estado y contra su Líder.
Así,
el “estado de excepción permanente” es la regla del dictador unipersonal, como un ejecutivo que comanda el Estado y
como el Juez que decidirá sobre la suspensión de las leyes y del Derecho – del ordenamiento.
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