dijous, 5 de gener del 2012

Simios y humanos

"Me pregunto si los simios recuerdan su infancia"

Tengo 45 años, como gorila tendría 25, y estaría en la mitad de mi vida. Nací en Barcelona. Estoy casado y tengo un hijo. Los grandes simios pueden decirnos todo acerca de nuestro pasado y mucho sobre nuestro

futuro. He disertado para la Fundació de Suport a la Recerca.

LA VANGUARDIA 05/01/2012



Planeta primate
Si una sonda espacial descubriera simios, gastaríamos billones en estudiarlos. El primatólogo Josep Call razona que tenemos la suerte de tenerlos aquí y nos dicen mucho sobre cómo fuimos y seremos. Comparamos estrategias reproductivas: los humanos –si trascendemos la cultura judeocristiana– somos en general poligínicos. Y el tamaño de los testículos responde a cada estrategia. Los de los chimpancés son grandes, porque copulan en grupo y es su semen el que compite. En los gorilas, en cambio, lo grande es el cuerpo, porque apartan con él a sus rivales en el coito. Una estrategia mixta es la del orangután: hace una inversión en su pareja estable, pero no desdeña los lances ocasionales.
Les pusimos a los chimpancés comida en el fondo de un tubo y les dimos un palito para sacarla. Y no pudieron...

No siempre son tan listos.
... Entonces uno de los chimpancés fue a llenarse la boca de agua y volvió y la escupió en el tubo hasta que la comida salió flotando y la extrajo con facilidad.

Eso es salirse del guión y triunfar.
Es pensamiento lateral, efectivamente, lo que denominamos thinking outside the box (pensar fuera de la caja).

¿Por ejemplo?
Les pones comida en una caja; les das una rama y la sacan. Les quitas la rama y entonces la sacan con una pelota. Les quitas la pelota y entonces descubren una puertecita y la sacan otra vez. Les cierras la puerta y van a por una cuerda y... ¡vuelven a sacarla!

¿Son inteligentes?
Defina inteligencia.

El científico es usted.
¿Cree que la inteligencia es capacidad de aprender? Pues entonces sí son inteligentes.

¿Por coger comida con un palo?
Son capaces también de solucionar desafíos sociales y políticos.

Cuéntenos.
Forjan alianzas estables en el grupo para conseguir objetivos de poder; se alinean en bandos y toman partido. Con estrategias.

Todo muy humano.
En cada grupo hay un macho dominante y un desafiador más joven que aspira al puesto. Pues bien, hemos descrito cómo un tercero, aún más joven, fue lo bastante hábil para no enfrentarse al macho alfa dominante –le hubiera dado una buena tunda–, pero sí a los aliados del macho alfa...

...
Dos años después, al fin –el reloj biológico no perdona– el desafiador venció al alfa.

¿Al vencido lo liquidan?
Sólo políticamente: dejan de temerlo y por tanto de obedecerle. Lo ignoran.

Lo envían al senado.
Pero, poco después, aquel macho tercero, que había sabido esperar su oportunidad y ya era mayor y fuerte, se vio capaz de desafiar al segundo y lo venció.

¡Gran político! Supo medir los tiempos.
Otra táctica que usan cuando se encuentran en desventaja es inventarse un enemigo exterior, porque, ante una amenaza externa, el grupo olvida sus disputas y recupera inmediatamente la cohesión.

¿Cómo logran engañar al grupo?
El chimpancé asediado por los suyos simula haber visto un leopardo. Y logra que le crean, evitándose así una derrota segura.

Ese ya podría fundar un partido.
Se ha observado cómo un bebé quería mamar y tenía a su madre ocupada en el cortejo con un macho y simuló que el cuidador le agredía para que mamá acudiera en su auxilio. Entonces se abalanzó sobre sus ubres.

Ese también promete.
Otro chimpancé joven quería participar en un ensayo –les encantan– y, como su sitio estaba ya ocupado, arrastró a un pequeñín, para que acudiera la madre y poder ocupar a la carrera su sitio.

Brillante.
Tienen flexibilidad cognitiva. Saben adaptarse con soluciones nuevas a los desafíos del medio social y natural. Por eso es apasionante estudiarlos: en ellos ves cómo fuimos.

O cómo somos.
Si aprendemos sobre ellos, sabremos más sobre nosotros.

¿Se vengan?
Sí. La venganza es útil, porque supone un aviso de qué sucederá a quienes atenten contra ellos o sus intereses.

Entonces, ¿en qué nos diferenciamos?
Uno de los grandes desafíos para el primatólogo es precisamente descubrir el punto en que empezamos a ser humanos.

Bickerton me dijo que la categoría de tiempo en el lenguaje marcó diferencia.
Ellos no la expresan, pero la tienen en cuenta: guardan un útil –una ramita– para utilizarla en una tarea que van a hacer mañana.

¡Mejor que muchos humanos!
No hacen planes de pensiones, pero es un principio.

Bickerton explica que inventamos pasado y futuro verbal para poder engañar al macho alfa y acceder a las hembras...
...

"Vigila hoy al jefe y así accedo yo al harén y mañana te toca a ti y yo vigilo".
Una gran ventaja cognitiva es nuestra capacidad de generar significado simbólico. ¿Ve este boli?

...
Cualquier niño sabría que si lo muevo así: zuuuuuuummm, ya no es un boli, es un cohete que asciende al cielo... Un simio, no.

¿Siempre están en el aquí y ahora?
Tienen capacidad de referencia desplazada. Pueden referirse a un objeto no presente, por ejemplo, un palito y traerlo.

Entonces, ¿por qué no son humanos?
Comunicación. Los simios sólo expresan lo necesario. No vendrán con el boli y te dirán: ¡Mira, papá, qué bonito! Y no pueden coordinar juntos planes de futuro. Son sociables y sociales, pero no alcanzan la complejidad e intensidad de nuestro contacto emocional.

Somos personas del yo al nosotros.
Ellos tienen personalidad: cada uno la suya, pero no nuestra identidad. La clave está en la memoria: me pregunto si un simio recuerda su niñez como nosotros recordamos el día en que los Reyes nos trajeron la primera bicicleta.