¿Fue Hitler un soldado valiente durante la Primera Guerra Mundial? En «La primera guerra de Hitler» (Taurus), Thomas Weber desmonta todos los tópicos en torno al «Führer»
Día 04/05/2012 - 11.51h
Se ha dicho que el fascismo nace directamente de la Primera Guerra Mundial. El propio Hitler
aseguró que esos años fueron cruciales en el aquilatamiento de su
ideología antisemita y pangermanista. A tal fin, reconfiguró sus
experiencias de guerra con fines políticos y comerciales, y sus adeptos elaboraron una frondosa mitología basada en su heroísmo y sus cualidades innatas de liderazgo.
Thomas
Weber revisa todos estos tópicos. Ante la carencia de documentación de
época sobre Hitler, utiliza de forma casi exhaustiva los informes militares del Archivo de Guerra de Múnich y los testimonios de sus antiguos compañeros de armas para
reconstruir las experiencias bélicas del 16º Regimiento Bávaro de
Infantería de Reserva (16 RIR), llamado Regimiento List en honor de su
primer comandante, caído en 1915.
Al estar «enchufado», corrió menos riegos que los soldados de primera línea
La obra es sobre todo el estudio del 16 RIR: un regimiento no especialmente valorado por el alto mando, que estuvo presente en importantes batallas (en la primera de Yprès en 1914, en Neue Chapelle en
1915 o en el Somme en el otoño de 1916), experimentó cotas crecientes
de deserción e insubordinación, y sufrió bajas (uno de cada cuatro
soldados) mayores que la media del ejército alemán (uno de cada seis).
Tierra quemada
Es cierto que hubo confraternización entre enemigos antes que ensañamiento: aunque las iniciales medidas extremas contra los franctireurs
franceses y belgas respondieron a las prioridades alemanas de una
guerra necesitada de una victoria rápida para evitar el desgaste en dos
frentes, solo con la asunción del mando supremo por Hindenburg y
Ludendorff se acentuó la brutalización de la guerra mediante la táctica
de tierra quemada.
El 16 RIR se libró de la batalla de Verdún y se mantuvo en posición casi marginal durante la del Somme. Esta acabó por derrumbar la moral del regimiento, que tras sufrir más del 50 por ciento de bajas resistió solo tres semanas en vez de la media ponderada de dos meses.
Hitler reconfiguró sus experiencias de guerra con fines políticos
La segunda parte del libro describe el impacto que la experiencia bélica
tuvo en el ascenso del nazismo, el imperialismo hitleriano y la segunda
posguerra. La conclusión de Weber es que la guerra no radicalizó en
sentido ultranacionalista a los hombres del 16 RIR, sino que fueron los
acontecimientos posteriores (la proclamación de la República en
Alemania, el asesinato de Eisner en febrero de 1919 y la radicalización
de la Räterepublik
bávara) los que condujeron al reforzamiento y legitimación de la
derecha radical y al debilitamiento de los partidos socialdemócrata y
liberal.
Tiempos tumultuosos
Haciéndose eco de la Historikerstreit
(el debate sobre las responsabilidades del nazismo acaecido en Alemania
en los 80), confirma que el antibolchevismo no estaba entre las
prioridades del nacional-socialismo originario. En esos tiempos
tumultuosos la ambigüedad de ideas estaba a la orden del día, como se
puede constatar en la plausible imagen de un Hitler que sirvió al
gobierno soviético bávaro y se mostró cercano al nacional-bolchevismo de
E. Niekisch, líder del Consejo Revolucionario. Su antisemitismo vino
de la mano de la revolución y de la posrevolución, pero su futuro
político aún estaba abierto al ingresar en el departamento de propaganda
contrarrevolucionaria del Ejército.
Hitler era obsequioso con sus superiores y despreciado por sus camaradas
El mito del soldado valiente fue aireado por la propaganda nazi entre 1925 y 1933, a pesar de las denuncias en contra y de la débil adhesión mostrada por sus compañeros de armas.
Las consideraciones sobre la ausencia de continuidad entre la violencia de la Primera Guerra Mundial y la brutalidad
de la Segunda, justificada por el protagonismo de una generación joven
sin experiencia de combate, tampoco parecen sólidas: como ya planteó G.
L. Mosse, la paramilitarización de los años de entreguerras actuó como
enlace entre las experiencias extremas vividas por ambas generaciones.
La
Gran Guerra no fabricó nazis, pero sí veteranos cuyas memorias
alumbraron la mística del futuro soldado político. Quizás, como señala
Weber, el personaje Hitler no fue producto directo de la guerra, pero la guerra generó el mundo del que surgió el mito de Hitler.
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