dimarts, 31 de juliol del 2012

El poder del deporte, de Walter Laqueur en La Vanguardia

30-7-2012


Los Juegos Olímpicos modernos, como es sabido, fueron un proyecto ideado por un joven aristócrata francés de 33 años, el barón Pierre de Coubertin, en la última década del siglo XIX. Sin embargo, tal afirmación no es del todo exacta, pues hubo intentos anteriores, en los siglos XVIII y XIX, de reactivar estos juegos de la antigüedad si bien no fueron exitosos. Tampoco resulta ser muy conocido el hecho de que la iniciativa de Coubertin no fuera ampliamente aceptada sino al cabo de un tiempo. Al principio, la celebración de los Juegos no fue un triunfo espectacular y hubo que esperar varios años para asistir a un reconocimiento más firme. Los Juegos Olímpicos de St. Louis y París carecieron de brillo y en los primeros, por ejemplo, del centenar aproximado de “extranjeros” que acudieron la mayoría eran golfistas canadienses, pues el golf era un deporte olímpico en aquellos años. Los Juegos de St. Louis (1904) y de París (1900) quedaron en un plano secundario con relación a las exposiciones universales que se celebraban entonces en las mismas ciudades. El proyecto de Coubertin propiamente dicho se hizo realidad por primera vez en Estocolmo en 1912.
Fue también en Estocolmo donde las mujeres, en número ya significativo, tuvieron autorización para participar. Coubertin había mostrado antes su acérrima oposición a tal eventualidad. Los estadounidenses pusieron trabas a su participación al recalcar que las mujeres debían vestir falda larga en todos los deportes, lo que motivó que se descartara la natación. Después de la prueba femenina de 800 metros en Amsterdam (1928) -la recuerdo pues la vencedora era de mi localidad natal-, varias participantes cayeron exhaustas y se decidió que las mujeres no participaran en pruebas de distancias superiores a cien metros. Hoy, las mujeres corren el maratón como cosa corriente, pero su aceptación tardó treinta años en producirse.

Si el barón francés viviera en la actualidad, ¿qué grado de satisfacción experimentaría a la vista de cómo ha evolucionado su idea? Los JJ.OO. se han convertido en una realidad que forma parte de los asuntos internacionales aun atendiendo únicamente al número de participantes. Mientras que un puñado de hombres de doce países (o catorce, según los distintos historiadores) acudieron a Atenas en 1896, más de diez mil participantes de 216 países han acudido a Londres; en cambio, la ONU tiene sólo 192 países miembros.

Pero hay que decir que Coubertin tenía miras mucho más amplias. Si los Juegos Olímpicos de la antigüedad habían impuesto de hecho una tregua en los conflictos durante su celebración, el barón quería que los JJ.OO. modernos fueran un instrumento para promover la paz mundial. Se premió con medallas las gestas deportivas y el propio barón, bajo seudónimo, recibió una de oro en 1912 por su composición Oda al deporte.