Retrato de una época
Juan José López Burniol
La Vanguardia, 2 de noviembre de 2013
¿Qué mundo es el que refleja
Jane Austen en sus novelas? El de la gentry, que juntó -y por debajo- de la aristocracia constituyó durante siglos la clase
dirigente británica.
El 'pairalisme' se convirtió
en la base de una clase media campesina, dice Vicens Vives en 'Cataluña en el
siglo XIX'
"Es una verdad mundialmente reconocida que
un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa". Así comienza Pride and prejudice
-Orgullo y prejuicio-, novela
de la inglesa Jane Austen, publicada de forma anónima hace dos siglos. La leí -casi seguro- de adolescente, pero lo que
sí recuerdo bien es que, años después -con más
de cuarenta-, estando aburrido la tarde de un día en que había subido a la
Cerdanya, la cogí al azar de una estantería
y comencé á releerla. No la terminé
de un tirón, pero casi, y, en los meses
posteriores, di cuenta de buena parte de la obra de Austen. Aún ahora, veo en una librería de mi estudio, ordenadamente dispuestos, todos los ejemplares. Además, después de leerlas, he visto un par de películas -primorosamente inglesas- basadas
en su obra. ¿A qué se debe esta devoción
tardía? Porque, si bien se piensa, las historias que cuenta no pueden
ser más anodinas y convencionales, con un desarrollo
previsible y un final cantado. Pero,
no obstante, me atraparon, no por lo que se cuenta sino por cómo se
cuenta. Jane Austen, cuyas obras se
publicaron con dificultades y escaso
éxito, irrumpió en un ambiente dominado por el delirio sentimentaloide y el tremendismo gótico de
unos folletones de cartón piedra con castillos,
pasadizos, ermitaños, crímenes, duelos,
venganzas y secuestros. Ella, en cambio, escribió en la sala de estar de la rectoría de su padre una crónica exacta y distanciada
del mundo que la rodeaba. Tan distanciada
que parece escribir desde fuera de este mundo, sin que ella llegue a mostrarse ni, menos aún, a manifestarse. Cuenta y describe, pero no juzga. Es tan exacta, que de ella dijo Virginia Woolf: "Es la
mayor escritora..., no intenta escribir como un hombre. Todas las demás
mujeres lo hacen, por eso no las leo".
¿Qué mundo es el que refleja
Jane Austen en sus novelas? El de la gentry, que juntó -y por debajo- de la
aristocracia constituyó durante siglos la clase dirigente británica. La gentry estaba compuesta -escribe
Esteban Canales- por unos cuantos miles de familias (entre diez y trece mil), con
propiedades de muy diversa cuantía, que en su límite inferior -los country
gentlemen, que incluían pequeños
hacendados o squires, clero, profesionales, oficiales retirados y
comerciantes- eran propietarias de unos pocos centenares de hectáreas y unos
cientos de libras anuales de renta, y que,
en su nivel superior, podían llegar
a codearse con los pares del reino. Todas
estas familias unían a su riqueza -mayor
o menor- influencia política y
prestigio social. Es cierto que la gentry apenas si tenía acceso al Parlamento debido a lo elevado de los costes electorales, pero desempeñó un importante papel en la administración local de la Inglaterra rural, sobre todo desde los puestos
de la justicia de paz. iSu conducta se
guiaba por un código de valores que se fundaba en una cierta despreocupación -sólo aparente- por las cuestiones prácticas, un
acusado sentido del honor y el protocolo, un
comportamiento liberal y hospitalario, y un talante deportivo ante la vida. Defendía la idea de libertad, pero
no la de igualdad ni la de fraternidad; por lo que no es extraño que Coubertin
extrajese de este modelo esta idea:
"¡Renunciemos a esta peligrosa quimera de una educación igual para todos y sigamos el ejemplo del pueblo británico, que comprende tan bien la diferencia que hay entre democracia e igualdad!".
Un dato que me llamó la
atención es que la sencilla trama de un par
de novelas de Austen gira en torno a
una sustitución fideicomisaria, es
decir, de la fórmula utilizada
habitualmente para vincular una propiedad
-"la casa"- en manos de una familia, si bien, en Inglaterra, esta familia no se centraba sólo en la explotación agraria sino que
se involucraba en el comercio creciente. Así lo detectó Voltaire, al constatar
cómo se enriquecía la clase
terrateniente inglesa a través de
sus incursiones en el mercado. El
hecho de que los patrimonios
familiares fueran heredados por los hijos mayores, mientras que los
menores se dedicaban a los negocios, significaba
que el altivo desdén por el comercio coexistía con una activa participación en él.
Este
mundo no es tan distinto -salvando las
distancias-de la estructura social catalana
de la época, como pone de relieve
Vicens Vives en su libro Cataluña
en el siglo XIX, donde escribe, con
referencia al pairalisme, que
este "se convirtió
en la base de una clase media campesina
que iba a proveer a Catalunya de una legión de elementos activos en el campo y en la ciudad", gracias a la diáspora ciudadana de los fadristerns o cabalers. Así -dice Vicens- "las cases pairals o principals, vinculadas
a una familia por la ley de herencia,
constituyeron los puntos de referencia de una red de intereses sociales que sostuvo
Catalunya en los momentos de
adversidad y de crisis. (...) Entre
nosotros (el pairalisme) fue una especie de paternalismo con el que la gentry del
país dirigió el campesinado durante la época de la revolución técnica agraria". Otra época.
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