divendres, 9 de maig del 2008

La evolución del carro

Fuente:

http://www.dearqueologia.com/carro_combate.htm#precedente



LA EVOLUCIÓN DEL CARRO LIGERO DE COMBATE

A TRAVÉS DE LAS IMÁGENES.

.

PRECEDENTES SOCIO-CULTURALES.

Cerrando lentamente el largo proceso nómada de la Humanidad cazadora-recolectora el comienzo del Periodo Neolítico nos asombra con sus logros.

Reconstrucción de los carros de los enterramientos del Cementerio real de Ur

Algunos de los pequeños grupos familiares, que cíclicamente se asentaban en lugares propicios para un desarrollo tranquilo de la vida de la comunidad, decidieron establecerse definitivamente en ellos creando, hacia el 10.000 a.C[1]., poblados permanentes para poder dedicarse mejor al proyecto de domesticación que empezaban a intentar con vegetales y animales.

Salvo el caso del perro, compañero del hombre al menos desde el 15.000 a.C., y seguramente unidos por intereses mutuos más que por un sometimiento impuesto por la inteligencia humana, fue entre el décimo y el noveno milenio a.C., y en varios puntos de la zona oeste del Creciente Fértil a la vez, donde parece ser que se consiguieron los primeros logros importantes en la domesticación. Una empresa que incluyó el cultivo de ciertos cereales y algunas leguminosas (con su consecuente siembra, crecimiento, cosecha y posterior almacenamiento de excedentes), así como a docilitar animales salvajes: la oveja, la cabra, el cerdo y la vaca[2].

Estas comunidades agropecuarias, poco numerosas en sus comienzos, aumentaron demográficamente debido la abundancia de los alimentos que producían y, lo que en un principio fueron campamentos estables, se fueron convirtiendo en aldeas hacia el 8.000 a.C. Dos conocidos ejemplos son Jericó, en Palestina, Çatal Hüyük, en Anatólia y, si las investigaciones confirman una noticia de última hora sobre el hallazgo de una ciudad sumergida en el Golfo de Cambay (India), habrá que incluirla también entre las más antiguas, pues se fecha provisionalmente en 7.500 a.C[3].

Algo más de dos milenios después, en Mesopotamia se datan las fundaciones de Tell Halaf (5.250 a.C), de Eridú (5.000 a.C.), de Tell el-Obeid (4.800 a.C.) y hacia el tercer milenio antes de Cristo las de Kish, Erech, Ur, Sippar, Akshak, Larak, Nippur, Adab, Umma, Lagash, Bad-tibira, y Larsa.

Ocho mil años necesitó la Humanidad para dar el salto gigantesco que la separaba el eventual sistema de supervivencia que supone la caza y la recolección, como único medio de vida, hasta llegar a una civilización tan plena y rica como la que floreció en Sumer, a orillas de los ríos Éufrates y Tigris. Sin embargo, se sabe muy poco de los pueblos que la hicieron posible. Está bastante aceptado que los habitantes de la zona norte de la civilizada mesopotámica fueran semitas[4], aunque, en contra, también se especule con que se trataba de un grupo no semítico, ni de leguaje sumerio[5]. Por tanto, de los primeros pobladores del sur de Mesopotamia no se sabe casi nada, pero parece ser que los hoy denominados obadianos[6] se instalaron cerca de la desembocadura del Éufrates, mezclándose con unos aborígenes e imponiéndoles su lengua, para iniciar, hacia el 3.300 a.C., una andadura conjunta que abocaría en la civilización sumeria. Hacia la mitad del III milenio a.C., un pueblo de origen tan desconocido como el creador de Sumer dio lugar a la cultura del valle del Indo, cuyos mejores exponentes son las sorprendentes ciudades de Harappa (2.500 a.C.) y Mohenjo Daro (2.300 a.C.). En la misma época, a Anatolia también llegó un grupo emigrante, este ario, que sometió por la fuerza a la población anterior: los protohititas.

Menos de tres siglos necesitaron los semitas mesopotámicos para demostrar su empuje bélico. Sargón I (2.334-2.279 a.C.), tras dar un golpe de estado en Kish, comenzó una conquista que extendió sus fronteras en dirección oeste y noroeste. Tras el éxito conseguido, y bien afianzado en su poder, por fin sometió a Sumer, fundando el Imperio Acadio.

En este momento, la guerra entre imperios se convierte en una tremenda realidad y atrás quedarán para siempre las simples escaramuzas fronterizas entre las ciudades-estado. Desde entonces, los esfuerzos humanos que antes se habían encaminado a mejorar el abastecimiento, al técnica, la higiene, la instrucción, las artes y el civismo en aquellas primeras concentraciones urbanas, tienen que transformarse para crear y mantener ejércitos bien pertrechados con armas cada vez más sofisticadas.

LA RUEDA. DE AVANCE SOCIAL A INSTRUMENTO DE GUERRA.

Se considera que la rueda maciza, hecha con planchas de madera ensambladas, se descubrió en Sumer hacia el 3.200 a.C. Su origen pudo derivar de la observación del giro de troncos que, bajo grandes pesos, facilitaban el transporte.

Siendo así, cabe pensar que su utilidad inicial estaría asociada al mismo fin del rodillo, con la variante de ir sujeta a la plataforma de carga. En el año 3.000 a.C. se generaliza en Sumer el empleo de carretas de cuatro ruedas (Fig. 1), lo que impone la construcción de vías adecuadas, algunas con acanaladuras practicadas en las rocas para acoger a las ruedas y asegurar la buena circulación de los vehículos por suelos peligrosos.

1. - Carreta con cuatro ruedas y toldo, procedente de Tepe Gawra. Finales del III milenio. Cerámica.

Estas rodadas demuestran la organización cívica alcanzada por aquella gente y pone de manifiesto que la dimensión de los ejes de las carretas tenía que ajustarse forzosamente a una medida normalizada, pues lo contrario hubiera propiciado el vuelco de las carretas, convirtiendo una costosa obra pública en un perjuicio social.

Exclusivo del ámbito sumerio, hacia el 2.800 a.C. el invento de la carreta dio origen a un carro de combate de cuatro ruedas, que fue tan valioso en el campo de batalla como útil a la hora de mostrar la riqueza o el poder de sus dueños, como atestiguan los ajuares de las tumbas reales de Ur construidas hace unos 4.300 años.

En uno de estos fastuosos enterramientos, además de encontrase los carros ceremoniales que participaron en el cortejo fúnebre, apareció el conocido Estandarte taraceado que representa las actividades públicas de un rey.

2. - Estandarte de Ur. 2.600 a.C. Taracea de nácar y lapislázuli sobre madera embetunada.

Por un lado se plasmó una ceremonia civil de ofrenda de productos del campo y ganado donde, curiosamente, los animales del cortejo van adornados y libres de pesos, mientras que son hombres los que cargan en sus espaldas grandes sacos, presumiblemente llenos de cereales.

El lado opuesto del Estandarte recoge la celebración de un hecho militar: en el primer registro, hombres armados ofrecen al rey un artístico carro de cuatro ruedas de disco, tirado por dos onagros uncidos por colleras. En un registro inferior hay otros cuatro carros semejantes, aunque de menor tamaño, ocupados por un auriga y un arquero, que pasan sobre los cadáveres de los enemigos vencidos (Fig. 2).

En el Estandarte de Ur quedó bien reflejada la doble finalidad de herramienta de guerra y ostentación de poder que tuvo el carro de combate desde sus comienzos.

A partir de este diseño sumerio de pesado carro militar de cuatro ruedas, lo que terminaría siendo el carro ligero de combate adquirió mejoras locales según las necesidades o la creatividad de cada una de las ciudades-estado que lo fueron copiando.

.3- Carro de Kish. Mediados de III milenio. Cerámica

4.- Carro de Kish. Mediados de III milenio. Cerámica

5.- Carro de Kish. Mediados de III milenio. Cerámica

Pocos siglos antes de la datación de los enterramientos de Ur, los habitantes de Kish utilizaban un modelo muy parecido al representado en el Estandarte (Fig. 3) e, incluso otro, básicamente igual, pero con un sólo par de ruedas, igualmente macizas (Fig. 4).

Los dos testimonios en los que nos basamos son unas pequeñas maquetas de barro, de posible uso votivo, que miden de unos diez centímetros de altura y están datadas en el reinado de Mesilim (2.550 a.C.).

De la misma procedencia existe una tercera copia en barro de un carro de eje único, éste con un acentuado matiz religioso por llevar impresa en el interior del parapeto la imagen sedente de un dios (Fig. 5).

Los tres vehículos de Kish tienen en común con los de Ur el suelo de la caja en forma rectangular, y una peculiaridad que los diferencia: en los de Kish, las riendas debían pasar por sendos agujeros practicados en el parapeto de la caja, mientras que los carros de Ur se dotaron de pasarriendas independientes que, en forma de doble anillo, se sujetaban al timón.

Pero Kish tenía algo más que aportar al invento de la rueda.

En la impronta de un sello, también del tiempo del rey Mesilim (Fig. 7), se observa una innovación muy curiosa en las ruedas, que si bien siguen siendo de disco, presentan una especie de llanta o corona de grapas, con muchas posibilidades de ser metálicas, y probablemente destinadas a asegurar su agarre al suelo y potenciar la velocidad del carro.

En las excavaciones realizadas en Tell Agrab (Fig. 6) apareció la que se tiene por la más antigua representación de una cuadriga, aunque no sea exactamente el mismo tipo de vehículo. La magnífica pieza votiva presenta varias originalidades que la diferencian de las figuras cerámicas anteriormente descritas.

Está realizada en cobre con la técnica de cera perdida. No lleva ningún tipo de pasarriendas, quedando éstas libres desde las manos del auriga hasta el yugo que se sujeta a las colleras de los dos onagros centrales. Estos dos animales son los que soportan verdaderamente el esfuerzo de mover el carro, mientras los equinos situados en los extremos cumplían la misión del relevo.

La pieza presenta, a su vez, otra versión de la mejora introducida en el canto de las ruedas de Kish, esta vez en forma de un claveteado o un simple dentado.

6.- Carro de Tell Agrab. Hacia 2.500 a.C. Bronce.

7.- Impronta de un sello cilíndrico de Kish, época de Mesilim. Hacia 2.550 a.C.

------------------------------

1. Por ejemplo Jericó.

2. La convivencia entre hombre y perro se documenta ya en el Paleolítico, en los yacimiento alemanes de Oberkassel y Türingen, y puede que en la cueva guipuzcoana de Erralla. Dato expuesto por ARIAS CABAL P., en su artículo: “Los primeros campesinos. La transición al Neolítico en el Viejo Mundo”. La Humanidad primitiva. El campo de las ciencias y las artes, nº 136. BBV, publicado en Madrid, año 1999, pp.6-13.

3. 7500 BC "lost river" civilisation could rewrite history books.

4. LLURO, J.M. (1997): Viaje por las maravillas del Mundo. Barcelona, 1997, p. 36.

5. MAZA SANCHO, J.: EH-28A Historia de la astronomía 1. Universidad de Chile. [en línea] <http://www.das.uchile.cl/~jose/introduccion.html> [consulta: 11/02/02]

6. BOU, J.: La Protohistoria o los reyes Antediluvianos. [en línea]<http://www.geocities.com/juliobou/protohistoria.htm > [consulta: 06/02/02]

Nedstat Basic - Free web site statistics