dimarts, 17 d’agost del 2010

Actitudes ante la muerte hoy

Uno afronta la muerte como ha afrontado  la vida. O, al menos, eso mantienen algunos especialistas. En la presentación del libro Reflexiones en torno a la muerte (Synergias de Prensa) un elenco de personajes relevantes regaló su visión personal e interpretación de la muerte: Moisès Broggi, Antoni Vives-Fierro, Gabriel Masfurroll, Anji Carmelo o el monje budista Ricard Rotllan.

El acto tuvo lugar, ayer, en el tanatorio de Sant Gervasi de Barcelona, con el respaldo de Serveis Funeraris de Barcelona (galardonado en el 2007 con la medalla FAD a la innovación dentro del sector funerario) y Mémora (primer grupo español de servicios funerarios, tanatorios y crematorios). Presentaron el acto Alicia Yúfera, directora general de SFB; el editor Juan Robles; Eduard Vidal, director general del Grup Mémora, y Toni Rodríguez, de InterMèdia.

El primero en intervenir fue el centenario Moisès Broggi, que agradeció a los responsables de la institución "estos espacios llenos de luz y amplitud, tan lejos de la imagen que tienen algunos de que la muerte es una tragedia". Para el doctor, a la muerte, igual que al nacimiento, hay que mirarla como una tendencia natural. "Son dos etapas de las que no se escapa nadie". También remarcó que la vejez tiene su aliciente: "De joven, tu futuro es incierto. De viejo, como no tienes futuro, no debes angustiarte". La ciencia, insistió, "nos dice que la materia no lo es todo. La vida no empieza ni acaba, es un modelo cambiante, así que les recomiendo que piensen que la muerte es una pendiente por la que debes dejarte deslizar suavemente".

El doctor Joaquín Barraquer, presidente de la Asociación Española de Oftalmología, defendió el el camino de la fe y explicó por qué había bautizado su artículo con el título Luz al final del túnel."La muerte permite cosas fantásticas. Es el único modo, por ejemplo, de conseguir una donación de córnea y así devolver la visión a una persona ciega".

Anji Carmelo, doctora en Metafísica, escritora que dirige grupos de duelo, presentó la muerte como algo intrínseco a la vida, de modo que es absurdo darle la espalda: "Siempre está con nosotros. Estamos muriendo siempre, así que, simplemente, bastaría con entender esta mecánica para no sufrir más de lo deseable".

Hubo también una interpretación oriental de la muerte, representada por el monje budista Ricard Rotllan. "El cuerpo es el producto de nuestra mente. Luego hay que adiestrar a la mente para liberarnos de la infelicidad". En el budismo, recordó, nunca se habla de pérdida sino de tránsito. "El amor sigue ejerciendo como nexo aún sin presencia física de la persona que hemos perdido".

"La muerte es algo que no he logrado entender. He explorado mundos y religiones, pero me siento incapaz. Pero es cierto que, con los años, la acepto con más tranquilidad", confesó el fundador de USP Hospitales, Gabriel Masfurroll, y creador de la Fundación Alex, en homenaje a su hijo síndrome de Down, que murió a los tres años.

No faltó la versión irónica, el humor negro del pintor Antoni Vives-Fierro, que asegura que si pudiera escoger el modo de morir, moriría de risa. La muerte se vincula a la hipocresía y la pereza. "La muerte de uno mismo no existe, puesto que no te enteras. Lo que sí existe es la muerte de un ser querido, lo cual nos convierte en egoístas, porque nos lamentamos de la pérdida. No lloramos por el muerto sino por nosotros mismos". Desgranó pequeñas ventajas de la muerte: "Acabas con la hipoteca, los impuestos, la visita al dentista... y, a cambio, adquieres la paz".

La publicación, que incluye ilustraciones de LluïsaGuedea, incluye otros testimonios, además de los citados. A saber: Alfredo Bryce Echenique, Lourdes Cirlot, Rafael Ansón, Antonio Gala o Eduard Punset, entre otros, amén de pinceladas de humor negro como la del periodista Joaquim Roglan, también presente en el acto. "Los entierros siguen siendo un acto social donde el principal protagonista ya no se entera de nada, pero a los asistentes hay que hacerles pasar un rato lo más agradable posible". Por unas horas lograron desmitificar el gran tabú de nuestra sociedad. Y eso que era trece y martes.