Palabras sobre el fracaso
Álvaro Colomer | 30/07/2010
Archivo Federico de Roberto
Cuando uno conoce la biografía del fracaso de un escritor no puede evitar leer su obra desde esa perspectiva, tratando de encontrar en sus ficciones algún indicativo de esa ausencia de éxito. Pero ocurre también que, en el caso de los autores ya fallecidos, la lectura siempre resulta lo suficientemente gratificante como para que no entendamos los motivos de tamaña ruina. Es como si esos escritores ganaran maestría por el hecho de haber muerto o, mejor dicho, como si la antigüedad dotara de prestigio a unos textos que en su momento no lo tuvieron.
El miedo narra la agonía de un batallón italiano cuyos soldados, ocultos en las trincheras de la I Guerra Mundial, tienen que salir a campo abierto para recuperar una posición perdida, sabiendo que la muerte les espera a poco de abandonar el hoyo donde se encuentran, dado que un francotirador los abate tan pronto como ponen un pie en tierra de nadie. La historia es breve, de apenas cincuenta páginas, pero refleja el sufrimiento de unos muchachos tan obedientes, tan sumidos a las normas militares, que aceptan la muerte aun cuando el terror trate de paralizarlos.
En esta ocasión, no he podido detenerme a analizar la calidad del texto, sino que me he dejado llevar, una vez más, por los conocimientos biográficos que tenía del autor, dando en pensar que en esa imagen –la de un soldado tras otro saliendo de las trincheras para recibir la muerte- hay algo de similar al modo en que muchos escritores contemporáneos salen al ruedo público con el único chaleco antibalas de una novela. La indiferencia con la que muchos de esos libros es recibida tiene el mismo poder que la bala de un francotirador y muchos de esos autores caen fulminados sin apenas haberse estrenado en el mundillo literario.
Así pues, es un consuelo comprobar que la obra de Federico de Roberto está siendo rescatada casi ochenta años después de su muerte. La editorial El Acantilado ya recuperó su famosa Los virreyes y ahora Gallo Nero hace lo propio con El Miedo. Esperemos que aparezcan nuevos lectores para estos libros y que, desde el interior de su tumba, el signore de Roberto no tenga que volver a gritar eso de "Sonno uno scritore fallido!".
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