eL PERIÓDICO 11/10/2009 23:24 H MISTERIO PREHISTÓRICO
BEGOÑA ARCE
Hacer que las piedras hablen forma parte del trabajo de los arqueólogos. Y los equipos que trabajan a orillas del río Avon, en el condado inglés de Wiltshire, confían en que su último descubrimiento les cuente muchas cosas.
La localización de un pequeño círculo prehistórico cerca de Stonehenge, uno de los monumentos megalíticos más espectaculares del mundo, tiene sobre ascuas a la comunidad científica. El hallazgo, que ha sido bautizado como Bluestonehenge (Stonehenge azul, por el color que en su día tuvieron allí las piedras), se halla a menos de tres kilómetros de la famosa estructura catalogada como Patrimonio de la Humanidad.
La primera impresión de los científicos que trabajan en el Avon, es que ambos lugares están relacionados. La hermana pequeña de Stonehenge, como algunos llaman al último descubrimiento, puede confirmar la teoría de que el paraje, al suroeste de Inglaterra, fue en la prehistoria un enorme complejo funerario. “No mucha gente sabe que Stonehenge era el mayor cementerio de la época”, afirma Mike Parker Pearson, director del Stonehenge Riverside Project, un programa de excavaciones en la ribera occidental del río en el que trabajan arqueólogos de las universidades de Sheffield, Manchester, Bournemouth, Bristol, Preston y Birmingham.
Bluestonehenge es un círculo de 10 metros de diámetro y debió de ser construido hace unos 5.000 años. En el complejo no hay ahora piedras, pero, por las señales encontradas, debió de haber en su tiempo unas 25 de color azul y tamaño colosal, llegadas de las montañas de Gales. Los nativos tuvieron la capacidad de transportar aquellas pesadísimas moles a lo largo de 240 kilómetros por métodos desconocidos.
Signos de actividad doméstica
El círculo se completaba con otras 80 piedras locales. Los arqueólogos han hallado claros indicios de que las piedras gigantes fueron removidas más tarde, para la reconstrucción de Stonehenge, hacia el 2500 antes de Cristo. “El círculo descubierto debe ser considerado como una parte integral de Stonehenge, más que un monumento separado y ofrece una información tremenda de la historia de su famoso vecino”, afirma JoshPollar, de la Universidad de Bristol. Nuevas pruebas deberán aclarar si las piedras que se hallan en el círculo interno de Stonehenge estuvieron anteriormente en Bluestonehenge.
Un detalle muy revelador es que en ninguno de los dos yacimientos había signos de actividad doméstica, como restos de cerámica, huesos de animales, herramientas o residuos de comida. Los investigadores creen que ambos pertenecen a lo que sus habitantes consideraban como “el reino de la muerte”, el lugar de despedir a los difuntos.
“Bluestonehenge pudo ser el enclave donde la gente era incinerada y de donde partían los desfiles funerarios hacia Stonehenge, para ser allí enterradas las cenizas”, sopesa Pearson. Quienes celebraban estos rituales frecuentaban lo que sería “el reino de la vida”, según el profesor Julian Thomas, otro enclave del neolítico situado aguas arriba del río Avon y conocido como Durrington Wells. Allí se han encontrado numerosos signos de actividad humana y de celebración de festejos.
¿Observatorio o recinto religioso?
“Este nuevo hallazgo confirma la idea que teníamos de que el río Avon es de una importancia fundamental y lo vincula todo”, ha explicado Thomas. “Las implicaciones de este descubrimiento son inmensas. Las viejas teorías sobre Stonehenge, que no tienen en cuenta el evidente significado del río, tendrán que ser revisadas”.
Y las teorías sobre la deslumbrante estructura megalítica abundan. Muchos creen que se trataba de un observatorio astronómico, mientras que otros piensan que era un recinto religioso. Hay los que incluso atribuyen su construcción a fuerzas sobrenaturales y dan a las piedras poderes mágicos.
Stonehenge atrae las más excéntricas peregrinaciones de tribus contemporáneas, que incluyen neodruidas, neopaganos y seguidores del movimiento new age. Los científicos, que miden analizan y escuchan el mensaje de las piedras, están convencidos de que los últimos análisis confirmarán el carácter funerario del lugar.
La localización de un pequeño círculo prehistórico cerca de Stonehenge, uno de los monumentos megalíticos más espectaculares del mundo, tiene sobre ascuas a la comunidad científica. El hallazgo, que ha sido bautizado como Bluestonehenge (Stonehenge azul, por el color que en su día tuvieron allí las piedras), se halla a menos de tres kilómetros de la famosa estructura catalogada como Patrimonio de la Humanidad.
La primera impresión de los científicos que trabajan en el Avon, es que ambos lugares están relacionados. La hermana pequeña de Stonehenge, como algunos llaman al último descubrimiento, puede confirmar la teoría de que el paraje, al suroeste de Inglaterra, fue en la prehistoria un enorme complejo funerario. “No mucha gente sabe que Stonehenge era el mayor cementerio de la época”, afirma Mike Parker Pearson, director del Stonehenge Riverside Project, un programa de excavaciones en la ribera occidental del río en el que trabajan arqueólogos de las universidades de Sheffield, Manchester, Bournemouth, Bristol, Preston y Birmingham.
Bluestonehenge es un círculo de 10 metros de diámetro y debió de ser construido hace unos 5.000 años. En el complejo no hay ahora piedras, pero, por las señales encontradas, debió de haber en su tiempo unas 25 de color azul y tamaño colosal, llegadas de las montañas de Gales. Los nativos tuvieron la capacidad de transportar aquellas pesadísimas moles a lo largo de 240 kilómetros por métodos desconocidos.
Signos de actividad doméstica
El círculo se completaba con otras 80 piedras locales. Los arqueólogos han hallado claros indicios de que las piedras gigantes fueron removidas más tarde, para la reconstrucción de Stonehenge, hacia el 2500 antes de Cristo. “El círculo descubierto debe ser considerado como una parte integral de Stonehenge, más que un monumento separado y ofrece una información tremenda de la historia de su famoso vecino”, afirma JoshPollar, de la Universidad de Bristol. Nuevas pruebas deberán aclarar si las piedras que se hallan en el círculo interno de Stonehenge estuvieron anteriormente en Bluestonehenge.
Un detalle muy revelador es que en ninguno de los dos yacimientos había signos de actividad doméstica, como restos de cerámica, huesos de animales, herramientas o residuos de comida. Los investigadores creen que ambos pertenecen a lo que sus habitantes consideraban como “el reino de la muerte”, el lugar de despedir a los difuntos.
“Bluestonehenge pudo ser el enclave donde la gente era incinerada y de donde partían los desfiles funerarios hacia Stonehenge, para ser allí enterradas las cenizas”, sopesa Pearson. Quienes celebraban estos rituales frecuentaban lo que sería “el reino de la vida”, según el profesor Julian Thomas, otro enclave del neolítico situado aguas arriba del río Avon y conocido como Durrington Wells. Allí se han encontrado numerosos signos de actividad humana y de celebración de festejos.
¿Observatorio o recinto religioso?
“Este nuevo hallazgo confirma la idea que teníamos de que el río Avon es de una importancia fundamental y lo vincula todo”, ha explicado Thomas. “Las implicaciones de este descubrimiento son inmensas. Las viejas teorías sobre Stonehenge, que no tienen en cuenta el evidente significado del río, tendrán que ser revisadas”.
Y las teorías sobre la deslumbrante estructura megalítica abundan. Muchos creen que se trataba de un observatorio astronómico, mientras que otros piensan que era un recinto religioso. Hay los que incluso atribuyen su construcción a fuerzas sobrenaturales y dan a las piedras poderes mágicos.
Stonehenge atrae las más excéntricas peregrinaciones de tribus contemporáneas, que incluyen neodruidas, neopaganos y seguidores del movimiento new age. Los científicos, que miden analizan y escuchan el mensaje de las piedras, están convencidos de que los últimos análisis confirmarán el carácter funerario del lugar.
Un equipo de arqueólogos excava en Stonehenge para averiguar si fue el 'santuario de Lourdes' del Neolítico
EL PERIÓDICO 31/3/2008 22:03 H INVESTIGACIÓN FINANCIADA POR LA BBC
• Los investigadores tratarán de precisar la antigüedad del círculo de piedra
Dos arqueólogos hoy en Stonehenge. Foto: AP / KIRSTY WIGGLESWORTH
VIOLETA MOLINA (EFE)
LONDRES
Un equipo de arqueólogos viajará a las profundidades de Stonehenge, el círculo de piedra más famoso del Neolítico, para averiguar cuándo y por qué fue construido y determinar si fue el santuario de Lourdes de la época, un lugar al que se peregrinaba en busca de curación.
La excavación, que ha comenzado hoy y es la primera desde 1964, tratará de resolver el misterio que ha rodeado a este milenario monumento y que ha cautivado a todo tipo de investigadores desde la Edad Media.
Durante dos semanas, dos de los mayores expertos en la materia, el profesor de la Universidad de Bournemouth Tim Darvill y el profesor de la Sociedad de Anticuarios Geoff Wainwright, culminarán una investigación que ya dura más de seis años.
Ambos están convencidos de que la estructura de la llanura de Salisbury, en Wiltshire (Inglaterra), era un lugar de peregrinación al que acudían enfermos desde lugares remotos.
Respuestas en la muerte
Para seguir adelante con esta hipótesis, los arqueólogos esperan encontrar respuestas en la muerte, ya que algunos de los restos humanos hallados en la zona presentan roturas de huesos y otras dolencias.
Además, nuevas técnicas de análisis han confirmado que muchas de estas personas recorrieron grandes distancias para llegar al suroeste de Inglaterra, lo que puede significar que viajaban en busca de una ayuda sobrenatural.
Algunas inscripciones neolíticas del entorno de Stonehenge relatan que existía la creencia de que las piedras eran mágicas y que las aguas locales tenían propiedades curativas.
En una zanja de 3,5 por 2,5 metros en el cuadrado sureste, los investigadores tratarán de recuperar fragmentos de los pilares originales del círculo de piedra originario, del que no hay restos visibles.
Análisis de las piedras del centro
Las piedras que se aprecian en la actualidad fueron repuestas años más tarde de la construcción del original y las muestras tomadas en anteriores excavaciones fueron destruidas o mal datadas, por lo que no arrojan una información determinante para solucionar los misterios de Stonehenge.
Para ello, el análisis de unas pequeñas piedras del centro del círculo será crucial, ya que los arqueólogos creen que han guardado el secreto durante más de 4.500 años.
Estos minerales, traídos desde las colinas de Preseli --North Pembrokeshire, en el oeste de Gales--, que se encuentran a más de 250 kilómetros del emplazamiento del monumento, podrían pertenecer a los pilares originales y ser claves para aportar luz sobre una sociedad que encaró el ingente reto de elevar este círculo de piedra.
Última tecnología
Con las muestras que se obtengan en la excavación se realizarán pruebas con la última tecnología de datación, la del radiocarbono, algo que puede explicar durante cuánto tiempo se utilizó el círculo de piedra, cuándo fue desmantelado y vuelto a construir.
La investigación en el terreno, financiada por la cadena pública británica BBC y apoyada por English Heritage, la entidad que gestiona el monumento, terminará el próximo 11 de abril.
Si sus resultados revelan el enigma que ha rodeado a Stonehenge durante siglos, se habrá dado un paso en la comprensión de un periodo histórico oscuro, el Neolítico, pero se acabará con el cautivador misterio que lleva a cientos de viajeros a sumergirse en el mundo de la magia.
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