Autor: Eduardo Robredo Zugasti
Dos etólogos del Instituto Max Planck para la Antropología Evolucionista han probado la hipótesis del sexo-por-carne en una población de chimpancés salvajes en el parque nacional Taϊ, Costa del Marfil. Los resultados 1 indican que la práctica de compartir carne con las hembras predice positivamente el éxito reproductivo de los machos: los machos y las hembras realmente intercambian sexo por carne, y lo hacen sobre la base de una estrategia a largo plazo que implicaría una inteligencia social muy desarrollada (en continuidad, por cierto, con hallazgos recientes sobre el altruísmo en los primates).
La hipótesis del sexo-por-carne pretende explicar cómo es que muchos hombres en sociedades de cazadores-recolectores aparentemente tienen un mayor éxito reproductivo. La selección de parentesco y la teoría de la señalización costosa ayudarían a entender por qué las mujeres escogen a los cazadores, y en ocasiones, a guerreros aparentemente pendencieros como compañeros sexuales.
Los estudios con primates no humanos no suministran pruebas definitivas sobre la evolución de este comportamiento en humanos, pero ponen sobre la pista de una posible "historia profunda" del sexo y el altruísmo en nuestra especie.
La hipótesis del sexo-por-carne pretende explicar cómo es que muchos hombres en sociedades de cazadores-recolectores aparentemente tienen un mayor éxito reproductivo. La selección de parentesco y la teoría de la señalización costosa ayudarían a entender por qué las mujeres escogen a los cazadores, y en ocasiones, a guerreros aparentemente pendencieros como compañeros sexuales.
Los estudios con primates no humanos no suministran pruebas definitivas sobre la evolución de este comportamiento en humanos, pero ponen sobre la pista de una posible "historia profunda" del sexo y el altruísmo en nuestra especie.
El mutualismo de los primates cazadores es un hecho bien conocido, pero se sabe menos sobre los mecanismos dirigidos a compartir carne entre machos cazadores y hembras con las que no están genéticamente relacionados.
Dos etólogos del Instituto Max Planck para la Antropología Evolucionista han probado la hipótesis del sexo-por-carne en una población de chimpancés salvajes en el parque nacional Taϊ, Costa del Marfil. Los resultados 1 indican que la práctica de compartir carne con las hembras predice positivamente el éxito reproductivo de los machos: los machos y las hembras realmente intercambian sexo por carne, y lo hacen sobre la base de una estrategia a largo plazo que implicaría una inteligencia social muy desarrollada (en continuidad, por cierto, con hallazgos recientes sobre el altruísmo en los primates).
La hipótesis del sexo-por-carne pretende explicar cómo es que muchos hombres en sociedades de cazadores-recolectores aparentemente tienen un mayor éxito reproductivo. La selección de parentesco y la teoría de la señalización costosa ayudarían a entender por qué las mujeres escogen a los cazadores, y en ocasiones, a guerreros aparentemente pendencieros como compañeros sexuales.
Los estudios con primates no humanos no suministran pruebas definitivas sobre la evolución de este comportamiento en humanos, pero ponen sobre la pista de una posible "historia profunda" del sexo y el altruísmo en nuestra especie.
Dos etólogos del Instituto Max Planck para la Antropología Evolucionista han probado la hipótesis del sexo-por-carne en una población de chimpancés salvajes en el parque nacional Taϊ, Costa del Marfil. Los resultados 1 indican que la práctica de compartir carne con las hembras predice positivamente el éxito reproductivo de los machos: los machos y las hembras realmente intercambian sexo por carne, y lo hacen sobre la base de una estrategia a largo plazo que implicaría una inteligencia social muy desarrollada (en continuidad, por cierto, con hallazgos recientes sobre el altruísmo en los primates).
La hipótesis del sexo-por-carne pretende explicar cómo es que muchos hombres en sociedades de cazadores-recolectores aparentemente tienen un mayor éxito reproductivo. La selección de parentesco y la teoría de la señalización costosa ayudarían a entender por qué las mujeres escogen a los cazadores, y en ocasiones, a guerreros aparentemente pendencieros como compañeros sexuales.
Los estudios con primates no humanos no suministran pruebas definitivas sobre la evolución de este comportamiento en humanos, pero ponen sobre la pista de una posible "historia profunda" del sexo y el altruísmo en nuestra especie.
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