La Guerra de los Treinta Años
Entre 1618 y 1648, los conflictos religiosos y los intereses de las grandes potencias sumieron a Europa en una larga y destructiva contienda; las acciones bélicas y el desplazamiento de grandes ejércitos causaron una devastación que superó todo lo conocido hasta entonces.
El odio entre católicos y protestantes y la lucha de intereses entre las grandes monarquías de la época provocaron, en 1618, el estallido de una gran guerra en Alemania. Durante tres decenios el país fue presa de la destructiva acción de ejércitos que, además de combatir entre sí, arrasaron pueblos y ciudades enteras. En mayo de 1618, la élite protestante del reino de Bohemia se rebela contra la política católica del Imperio en la llamada defenestración de Praga. Este hecho fue una imitación de lo que ocurrió durante la rebelión husita de 1419 -la otra gran revuelta de la historia de Bohemia (en la actual Republica Checa)-, tuvo consecuencias que ni sus mismos protagonistas hubieran podido imaginar, pues desencadenó el conflicto bélico más destructivo que había conocido Europa en toda su historia: la guerra de los Treinta Años. Durante esta contienda, la población alemana sufrió el conflicto en todas sus facetas: desde los asedios y saqueos de aldeas y ciudades hasta el hambre y el sabotaje económico. La duración y la brutalidad que caracterizaron la guerra de los Treinta Años fueron el resultado de la generalizada cultura bélica de la época. Fue una de las guerras más devastadoras de Europa. Los episodios de ferocidad, brutalidad y salvajismo se multiplicaron hasta dimensiones inauditas, y muchas veces se han puesto como ejemplo de hasta dónde puede llegar lo peor del alma humana. Los abusos de los soldados sobre los campesinos estaban alimentados por sus jefes, que aplicaban el principio de que para financiar la guerra había que vivir sobre el terreno. Las tropas arrasaron sistemáticamente propiedades y cosechas, hasta el punto de privarse a sí mismas de sustento. Además estaba la odiada presión para alistar a los campesinos por la fuerza: «O soldado, o ahorcado», se solía decir. Las tropas violaban a las mujeres si podía ser delante de sus padres o maridos, porque los soldados disfrutaban con la vergüenza de éstos, a quien luego mataban sin contemplaciones. Antelas hambrunas recurrentes y la extensión de las epidemias (que jugaron un papel clave en la destrucción) se llegaron a considerar como manjares suculentos perros, gatos y hasta ratas, que se convirtieron en codiciadas piezas de caza. Las cifras de la destrucción son extraordinarias. El año de 1627 fue el más aciago de la historia de Bohemia y en un siglo, la población se redujo de cuatro a un millón de habitantes. En todo el conflicto, Alemania perdió más de dos tercios de su población, que pasó de unos trece millones a cuatro.
1618
La élite protestante del reino de Bohemia se rebela contra la política católica del Imperio, en la llamada defenestración de Praga.
1620
Las tropas católicas, al mando del conde de Tilly, derrotan a las protestantes en la Montaña Blanca.
1625
El rey Cristián IV de Dinamarca lanza una intervención militar contra la presencia de los católicos en el norte de Alemania.
1629
Tras ser derrotado por Tilly en Lutter, Cristián IV de Dinamarca se ve obligado a firmar la paz de Lübeck.
1631-1632
Gustavo Adolfo II de Suecia vence en Breitenfeld. Muere en la batalla de Lützen, frente a las tropas católicas mandadas por Wallenstein.
1635
Tras la victoria católica en Nördlingen, en 1634, los suecos, vencidos, tienen que firmar la Paz de Praga.
1648
La firma de la paz de Westfalia pone fin a la guerra. En tres décadas las acciones bélicas, los saqueos, el hambre y las enfermedades han reducido la población alemana en dos tercios.
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